El desarrollo de relaciones sociales contribuye a mejorar la capacidad de empatía, la aceptación de la diversidad cultural, familiar, funcional y de género, y es un factor de prevención contra la discriminación.
Es en ese sentido que, en todos los contextos de socialización de los niños, niñas y adolescentes, incluido, por supuesto, el del ocio educativo, invita a incorporar en el discurso de la protección no tan solo los comportamientos y actitudes a evitar y erradicar, sino también aquellas a las que se debe tender.
En otras palabras, centrar más la mirada en la forma cómo atender y de qué modo bien tratar a los niños, niñas y adolescentes. Este modelo del buen trato se construye desde las verdaderas necesidades de la infancia y la adolescencia, que en pocas ocasiones son conocidas o tomadas en consideración, y se relaciona con cualquiera de los contextos de socialización de las personas menores de edad. Un ambiente protector es aquél en el cual todo niño, niña o adolescente goza y tiene a su alcance las herramientas adecuadas para garantizar su crecimiento integral, disfrutando del máximo de oportunidades que le permitan desarrollar sus capacidades individuales en un entorno fiable y saludable.
En este sentido, frente al maltrato y desde el discurso propio de los derechos humanos, el buen trato se configura como una buena práctica en el proceso de socialización de los niños, niñas y adolescentes. Es decir, se trata de garantizar que cualquier niño, niña o adolescente a lo largo de todo su devenir diario –desde que se levanta hasta que se acuesta– interactúe en un contexto caracterizado o identificado, a priori, como respetuoso, digno, inclusivo y garante de sus derechos. Este paradigma del buen trato interpela, de igual modo, a la forma cómo la sociedad adulta se vincula cotidianamente con la infancia y la adolescencia, y ello entendido desde cualquiera de los espacios comunitarios de socialización.
Área temática. Contenido que trabaja
Respeto e inclusión.
Número de participantes
Mínimo seis grupos de cinco personas cada uno de ellos (35 adolescentes).
Destinatarios
Adolescentes (entre 15 y 17 años).
Espacio recomendado
Exterior.
Duración aproximada de la actividad
2 horas.
Tipo de actividad
Yincana sobre el respeto y la inclusión de lo diverso, en la que en cada prueba se profundiza y se aprende más sobre la cuestión.
La actividad se desarrolla a partir de pruebas organizadas en diferentes espacios. Concretamente, se organiza una yincana por el pueblo/barrio o aprovechando una excursión al aire libre (campo, ciudad). Hay un monitor/a en cada uno de los espacios asignados a las pruebas y se encarga de dinamizarla y dirigirla.
Se separa a los y las participantes en diferentes grupos utilizando una dinámica rompe hielo (batalla de gallos; gustos comunes; color de ropa, zapatos, etc.). Lo ideal, para hacer la actividad más entretenida, sería contar con seis grupos integrados por cinco adolescentes cada uno ellos. Ahora bien, atendiendo al número total de adolescentes que participen de la actividad pueden adaptarse tanto el número como las dimensiones de los grupos.
Una vez configurado cada grupo participante se les invita a que en un espacio de cinco minutos se identifiquen con un nombre y una imagen que les represente como equipo. Al final de la yincana se pueden obtener veinte puntos “extra” si el grupo da una explicación divertida, convincente y creativa del porqué del nombre y la imagen asociada a su equipo.
Antes de iniciar la actividad se explica conjuntamente a todos los y las participantes la dinámica y las reglas de la “yincana”, sin perjuicio que antes de cada una de las pruebas que la componen se vayan recordando las instrucciones específicas de cada una de ellas.
Una vez explicado el sentido y dinámica de la misma, los grupos van pasando por las diferentes pruebas, en cada una de ellas van ganando puntos. Cada vez que se pasa por una de las pruebas, ello se identifica con un sticker o pegatina de un color determinado. Al final el equipo que obtenga más puntos es el ganador de la competencia.
Todas las pruebas se puntuarán: (conseguido: + 10 puntos) (medio conseguido: + 5 puntos) (no conseguido: 0 puntos)
Recordar los +20 puntos extras que pueden otorgarse a cada equipo al final de la yincana vinculados con el nombre e imagen.
Esta actividad también se puede realizar con niños y niñas. Ello tan solo requerirá una mínima adaptación de las diferentes dinámicas que forman parte de la yincana (por ejemplo, reducir el número de palabras en la prueba del “Ábrete Sésamo” o en la del efecto boomerang) así como ajustar los tiempos totales de la actividad.
Asimismo, también puede organizarse la yincana aprovechando algún encuentro, excursión o salida con las familias. Para este caso se recomienda que en los equipos se mezclen los niños, niñas y adolescentes con los adultos referentes.
Para poder llevar a cabo la actividad de una forma eficiente hay que hacer materiales: carteles/cartas explicando la particularidad de cada grupo, así como un marcador donde anotar la puntuación de cada grupo.
Bibliografía:
Material audiovisual:
otras observaciones
Es una actividad que además de favorecer la relación grupal, el juego y la diversión, invita a la reflexión, desde donde cada uno puede expresar y compartir la importancia de tratar bien al otro para ser bien tratado. Empatizar con el otro de manera respetuosa y potenciando el valor de lo diferencial se transforma en una manera de vivir la realidad, en la que niños, niñas y adolescentes tienen mucho que aportar.