A día de hoy, pocas personas no conocen la lucha de Greta Thunberg por el cambio climático. Todo empezó en agosto de 2018, cuando la joven sueca, que entonces sólo tenía 15 años, puso en marcha una huelga escolar por el clima para reclamar acciones inmediatas para combatir el calentamiento global. La lucha traspasó las fronteras de su país, se extendió mundialmente bajo el nombre de Fridays for Future, y convirtió a Greta en una activista global, con una repercusión mediática enorme. Se calcula que cerca de dos millones de personas participaron en las movilizaciones, mientras más de 20.000 estudiantes se manifestaban en 270 ciudades de todo el mundo.
La gran repercusión de su mensaje se tradujo en numerosas intervenciones de Greta durante los años posteriores en varias cumbres internacionales sobre el cambio climático y en un discurso en el Parlamento británico. Incluso el Papa Francisco le concedió una audiencia privada para conocer los detalles de su lucha.
Su activismo constante ha llevado a Thunberg a recibir varios premios. En marzo de 2019, fue nominada al Premio Nobel de la Paz y, poco después, con sólo 16 años, protagonizaba la portada de la prestigiosa revista Time, que la describía como una de las 100 personalidades más influyentes del mundo.
Una de las características de Greta es su absoluta coherencia con los principios que la mueven en todos los ámbitos de su vida. Insistió en que sus padres se hicieran veganos y, pese a su intensa agenda internacional de charlas de sensibilización y protestas en cumbres en todo el mundo, rechaza tomar aviones por la huella ecológica que suponen. También ha dejado la escuela para dedicarse en cuerpo y alma a su lucha.