Artemisa Barbosa Ribeiro (São João das Missões, Brasil, 2000), conocida como Artemisa Xakriabá, aprendió el significado del término “activismo” antes de empezar a utilizar la palabra. En Shakriabá, uno de los pueblos indígenas más grandes del estado de Minas Gerais, dependen de la tierra y, por tanto, todos los miembros de la comunidad aprenden a cuidarla desde pequeños. Pero ya de muy joven, Artemisa se dio cuenta de que esto no era suficiente y empezó a denunciar la problemática medioambiental y social en las comunidades de la orilla del Amazonas, donde la actividad minera contamina la agua y reduce los recursos de sus habitantes, conduciéndolos, finalmente, al abandono de sus tierras o a la muerte.
Su lucha de hace más de una década por visibilizar la destrucción medioambiental es, al mismo tiempo, una lucha por la preservación de los pueblos y culturas indígenas, y de hecho, Artemisa ha acabado convirtiéndose en la representante de la Alianza Global de Comunidades Territoriales, una organización que engloba a más de 25 millones de personas de comunidades indígenas de todo el mundo.
Como líder de este movimiento que quiere preservar 500 millones de hectáreas de bosques en todo el mundo, calificó de “genocida” al expresidente brasileño Jair Bolsonaro por su negativa a impulsar políticas de protección de la Amazonia y habló públicamente durante la huelga mundial por el clima de septiembre de 2019 en Nueva York frente a miles de jóvenes de todo el mundo, ataviada siempre con el tocado característico de su etnia, una diadema de plumas y partes de su cuerpo y cara pintados. La joven activista resumía así su lucha: “Los pueblos indígenas somos los hijos de la naturaleza y luchamos por la Madre Tierra, luchamos por nuestras vidas. No podemos tolerar que se derrame ni una gota más de sangre indígena.”