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Trabajo en equipo en “3D”

Trabajo en equipo en “3D”

Montserrat Soriano
Consultoría, Talent Development & Coach. Colaboradora docente del Área de Formación a Medida de la Fundació Pere Tarrés
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27.12.21

Es indudable que vivimos en un mundo en 3D. No obstante, la comunidad científica aún no se ha puesto del todo de acuerdo en cuanto a nuestras capacidades para verlo. Podemos encontrar diversos estudios con diferentes resultados. La versión más extensa dice que nuestros ojos solo pueden ver en 2D, y otra, por ejemplo, afirma ser capaz de demostrar que las personas pueden ver en 3D con un solo ojo.

En cualquier caso, aquí la cuestión a tratar no es nuestra visión ocular. Nos centraremos en los equipos de trabajo, y más concretamente, lo haremos en la visión tridimensional de la competencia de trabajo en equipo.

¿Has observado alguna vez al equipo desde un enfoque 3D? Si lo haces, verás que sí, que están las siguientes tres dimensiones:

1. La dimensión individual: se refiere a las tareas que se nos han asignado bajo nuestra responsabilidad directa y sobre la base de nuestras competencias personales y profesionales (conocimientos, experiencia, liderazgo, compromiso, etc.)

2. La dimensión grupal: son las actividades de coordinación de todas las tareas individuales que integra un proceso. En este caso, la eficacia se mide en su conjunto.

A menudo, nos podemos encontrar personas miembros del equipo, altamente eficaces en sus tareas individuales, pero que pueden generar procesos ineficaces si no son capaces de coordinarse adecuadamente entre sí, o, si quien lidera el equipo no encuentra la forma de conseguirlo.

3. La dimensión de evaluación, también llamada tarea reflexiva de aprendizaje: se refiere a la retroalimentación y a la evaluación para comprobar si se deben emprender acciones correctivas y/o mejoras en el rendimiento del equipo.

En un entorno cambiante, donde frecuentemente surgen nuevos desafíos, es esencial que revisemos permanentemente la forma como trabajamos. Evaluando las cosas que hacemos bien para conservarlas; las que hacemos mal para corregirlas; y cuáles deberíamos hacer y no se hacen, para incorporarlas.

Las dos primeras dimensiones aseguran ser eficientes en el presente. La tercera se concentra en acciones futuras.

Trabajar en equipo supone la disposición personal y la colaboración y cooperación entre las personas del equipo, en la realización de actividades para conseguir objetivos comunes, estimulando la participación y la comunicación, asumiendo responsabilidades, resolviendo las dificultades que se presenten y contribuyendo a la mejora y desarrollo colectivo.

La mayoría de nosotros conoce bastante bien la teoría, pero -inconscientemente -, tenemos la tendencia a concentrar el tiempo y esfuerzos en nuestras tareas individuales. Esta tendencia podría ser debida a nuestros frenos o impulsores. Acostumbramos a ser conscientes que los tenemos en el momento de hacer nuestra labor y que pueden diferir de los que tienen otras personas con las cuales trabajamos.

A menudo, nos producen una sensación de malestar, incluso de culpabilidad. Pueden entorpecer nuestra labor. Son aquellos mensajes que radican en el subconsciente, y que se fundamentan o bien, en la educación que recibimos durante los primeros años de nuestra vida (infancia) o, como dice Albert Ellis, a nuestras creencias irracionales. Los frenos o impulsores más habituales son:

Hazlo rápido (apresúrate)
Nos conduce a la precipitación para sentirnos justificados.

Hazlo bien (sé perfecto/a)
Nos lleva al perfeccionismo, lo cual no es malo por sí mismo, a menos que “el exceso de análisis nos lleve a la parálisis”.

No avasalles (sé cortés)
Puede desencadenar un exceso de aceptación y a “no saber decir NO”.

Muéstrate fuerte (sé fuerte)
Puede llevarnos a creer que estamos obligados a hacerlo todo nosotros. Eso nos conduciría a no delegar, a abarcar más de lo que podemos, a absorber funciones que no nos corresponden.

Trabaja mucho (esfuérzate)
Se puede caer en la “trampa de la actividad”. Trabajar muchas horas, aunque los resultados sean escasos.

Asegúrate (ve con cuidado)
Nos puede conducir a la indecisión y a la desconfianza, a no confiar en nadie, a no colaborar.

Con esta variedad de mensajes, la coordinación de todas les tareas individuales, requiere de una inversión de tiempo y, en especial, de una amplitud de miras.

La clave del éxito sería conocer qué herramientas y recursos tenemos a nuestro alcance, para acoplar las tres dimensiones del trabajo en equipo. Lo podríamos conseguir fomentando el aprendizaje colaborativo. Tal vez se deberían aplicar nuevos modelos, nuevas metodologías. Innovar para entender mejor los contextos y los procesos.

Sea como sea y, aunque la tecnología vaya avanzando, parece que de momento no está previsto que ninguna impresora 3D pueda realizar esta tarea por nosotros. Por tanto, nos toca remangarnos o ponernos manos a la obra, como prefiráis... pero lo tendríamos que hacer, trabajar con una visión tridimensional de acuerdo a las necesidades de nuestras organizaciones y, por supuesto, lo tendríamos que hacer en equipo.

Para empezar a entrenar estas habilidades, podéis formaros con los cursos del área de competencias transversales y directivas de la Fundació Pere Tarrés o solicitar un programa adaptado y diseñado a medida para vuestro equipo.

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