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La soledad de las personas cuidadoras

La soledad de las personas cuidadoras

Marc Cadafalch Rabasa
Coordinador de formación
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28.02.19

En Cataluña hay muchas familias y personas que se hacen cargo de personas en situación de dependencia, ya sea a causa de una enfermedad o de una discapacidad. La mayoría de las personas cuidadoras son mujeres. Asumir esta responsabilidad tiene repercusiones en estas personas cuidadoras en diversos ámbitos pero en este texto hablaré del impacto para estas mujeres en sus relaciones sociales. Este impacto se concreta en relación con el resto de la familia y en la participación en otros ámbitos de su vida: la vida lúdica, comunitaria y laboral.

La responsabilidad del cuidado pide que las cuidadoras dediquen muchas horas a éste y durante muchos años. En un estudio elaborado por Fundación Pere Tarrés, con financiación a cargo del 0,7% IRPF destinado a "Otros fines de interés social" del Ministerio de Sanidad, se ha desarrollado la Escala de Calidad de Vida de las personas cuidadoras No Profesionales (FPT-ECVPCNP) y en el que se constata que más del 70% de las personas cuidadoras preguntadas dedican más de 8 horas diarias al cuidado de su familiar. En el mismo estudio se manifiesta que el 38% de los cuidadores llevan más de 10 años cuidando de su familiar. Se constata, por tanto, que la dedicación al cuidado es muy intensiva, y por tanto, queda poco espacio para mantener o establecer relaciones personales más allá de la relación directa establecida con la persona dependiente y con las personas con las que convive.

Esta focalización del tiempo tiene una repercusión en la vida y en el desarrollo personal de la persona cuidadora en la medida que la mayoría no pueden participar en las actividades que desean con personas de fuera del hogar, a pesar de que la mayoría manifiesta que mantiene contactos satisfactorios con personas fuera de éste

En el mismo estudio se constata que las personas cuidan a su familiar solas (33% de los ocasiones). También cabe destacar que en la mayoría de los casos ha habido un cambio en las personas que conviven en el domicilio, ya sea porque la persona dependiente va a vivir al domicilio de la cuidadora o bien porque ésta va a vivir a casa de la persona en situación de dependencia. En este segundo caso puede haber una dificultad añadida en el mantenimiento de las amistades en la medida en que puede haber un aumento de las distancias.

Esta situación, si añadimos que el apoyo formal e informal es limitado, hace que muchas de estas personas que se dedican al cuidado se pueden sentir solas a la vez que renuncian a su vida social con otros familiares o con amigos, vecinos,...

Hay que constatar que, aun siendo conscientes de la importancia de la presencialidad a la hora de establecer relaciones sociales, actualmente también disponemos de herramientas y canales para establecer comunicación y relación gracias a las nuevas tecnologías. Se abre la posibilidad, por tanto, de que estas también se den de forma virtual a través de varios canales (telefonía, plataformas web,...).

En este marco, se considera que habría que ir avanzando en tres líneas diferentes de trabajo:

  • En primer lugar habría que favorecer que las personas cuidadoras dispongan de tiempo para poder mantener sus relaciones sociales y puedan participar en aquellas actividades que desean con personas de fuera del hogar y que las enriquecen. Para que sea posible se debería tender a crear estructuras más amplias de cuidado, me refiero a promover que la responsabilidad del cuidado sea compartida entre varios familiares.
  • En segundo lugar habría que promover entornos virtuales encaminados a la comunicación y relación entre personas cuidadoras no profesionales, espacios que contemplen tanto procesos de apoyo formal como informal.
  • En tercer lugar hacer que la persona, y los profesionales que los acompañan, tengan información sobre la calidad de vida de la persona cuidadora y del impacto en el ámbito relacional de esta dedicación, cuando las personas en situación de dependencia o bien sus familiares participan en los programas y servicios que les ofrecen la administración pública o las entidades del tercer sector.