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Retos para la convivencia postcovid19. ¿Aumenta el racismo? ¿Qué hacemos?

Retos para la convivencia postcovid19. ¿Aumenta el racismo? ¿Qué hacemos?

Celia Premat
Profesora asociada del Departamento de Antropología y consultora en la UOC. Docente del CP en Mediación y Dinamización Comunitaria
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08.07.20

La convivencia y por tanto la cohesión social son elementos clave en la vida cotidiana de los proyectos comunes en los barrios y en el mundo relacional de las personas. La buena convivencia permite impulsar y establecer solidaridades, intercambios y relaciones entre las personas, tanto desde una finca vecinal hasta un espacio público compartido, un equipamiento o una escuela. 

Desafortunadamente no todos se encuentran en igualdad de condiciones, ni en las instituciones se gestiona la diversidad y la equidad de la misma manera. En los momentos actuales, en los cuales las crisis sociales y colectivas toman mucha fuerza, los intereses individuales y de ciertos colectivos están por encima de la equidad y la solidaridad.

Las diferencias son el gran paradigma de nuestra era. Debemos convivir con ellas, pero no sabemos y nos acercamos y construimos estereotipos y prejuicios que a la larga terminan generando exclusión y segregación de una parte de las personas. La violencia y el estigma acaban justificando esta segregación y acabamos etiquetando y excluyendo a muchos colectivos. Siendo este hecho la madriguera del racismo institucional y relacional.

Las secuelas sociales y económicas que la pandemia del Covidien-19 ha dejado, se aprecian con preocupación. Sobre todo, su impacto en la cotidianidad de las personas, colectivos y grupos o comunidades en las que los espacios de interrelación y contacto se han visto afectados.

Evaluaciones de diversas instituciones advierten que esta crisis es diferente a las otras (IGOP, 2019), por su magnitud y alcance, por la incertidumbre sobre su duración, por los desafíos que plantea el diseño e instrumentación de políticas y en gran medida en las acciones para garantizar los derechos sociales ganados por las personas y colectivos vulnerables o en riesgo de exclusión.

La emergencia de la Covid-19 implica también, que inclusive consiguiendo una rápida reactivación, será difícil eludir las transformaciones en la forma de operar de la economía y la sociedad. Riesgo que a su vez hace que disminuya el apoyo económico y material de las administraciones en relación a las necesidades de los colectivos vulnerables.

Están creciendo y crecerán las desigualdades económicas y que afectarán gravemente a las personas migradas específicamente, dada su vulnerabilidad social y económica: paro, explotación laboral, dificultades de acceso a la vivienda, brecha digital, condicionantes sociales de la salud, etc. La diversidad y los estigmas crecerán y estos fenómenos se transformarán en procesos de estigmatización cada vez más urgentes.

El Estado español tiene centrada su mirada en el ámbito económico, los subsidios favorecen particularmente a las empresas y una menor parte se destina a las personas y colectivos. Estos recortes generarán crisis y tensiones sociales, porque hasta ahora, los recursos destinados a grupos en riesgo de exclusión han sido claves para la defensa de derechos, para la creación de puentes entre los grupos, para la cohesión y para mantener el pacto social.

No debemos olvidar que en Europa, después de algunos años en los que se iba estabilizando de la crisis del año 2008, la que en su momento significó precarización laboral, pérdida de derechos y privatización de sectores sociales, la crisis hizo emerger posturas de radicalización, voces antiinmigrantes y la defensa de lo nacional. Un contexto de miedo y desconfianza donde se han ido profundizando las distancias, fracturando los lazos y alianzas colectivas que se habían construido a lo largo de los años (Rodríguez, 2020). La vida cotidiana en los barrios y en los espacios colectivos, nos habían mostrado que, a pesar de las desconfianzas, se habían establecido alianzas y complicidades que permitían cierta cohesión social.

Estos alejamientos sociales, en el contexto de la Covid-19, nos llevan a pensar que los mecanismos de supervivencia y las estrategias de socialización primaria volvieran nuevamente al espacio familiar como eje de seguridad y apoyo. Se detecta un riesgo a socializarse ante el control social, lo que afectará a las iniciativas y relaciones interculturales. Si las personas se sienten inseguras no participarán en iniciativas sociales y se esconderán.

También nos lleva a creer que las rupturas en la convivencia, vendrán acompañadas de un discurso público que justificaría las desigualdades dejando la responsabilidad a las personas y grupos diversos y de razas (Del Olmo, 2009). Lo cual provocará que los recursos públicos no llegarán a atender a todo el mundo, aumentando las desigualdades, la violencia, la exclusión y el racismo social.

El reto consiste en comprender el debate en relación con los derechos (clase, género, origen y racialización), los cuales se verán afectados y vivirán un proceso de transformación que tenemos que poner sobre la mesa. En definitiva, hay un riesgo de que aumente el racismo y las ideologías de extrema derecha.

Creemos que la interculturalidad es una buena apuesta que aporta experiencias y saberes diversos y es un factor significativo para encontrar respuestas a la crisis. Hay que generar estrategias de promoción y valoración de las iniciativas interculturales, así como de las aportaciones de las personas migradas a nivel social, cultural y económico: antes, durante y después de la pandemia.

Recuperar las relaciones personales y físicas ahora que volvemos a hacer vida en los espacios públicos, en la calle, los espacios comerciales, escuelas, lugares de trabajo y espacios culturales, estarán marcadas en gran medida por esta crisis. Por lo tanto, se hace prioritario volver a hablar y a pensar en estrategias interculturales y que pongan en contacto a las personas y las experiencias y los recursos comunes al alcance de todos.

Creemos por ello que debemos pensar y profundizar como técnicos / as y personas que intervenimos en las relaciones entre las personas. Y por eso nos planteamos los siguientes retos:

  • Saber y analizar cómo ha afectado el Covid-19 la convivencia de las personas / grupos en los espacios colectivos y comunes.
  • ¿Qué estrategias, recursos materiales y emocionales están desarrollando las personas en sus espacios colectivos y personales?
  • Conocer si existen polarizaciones sociales y discursos que lleven a elevar los niveles de discriminación, exclusión y racismo.

El racismo es una grave situación de confrontación y violencia que puede llevar a muchos niveles de crispación y confrontación en los barrios y en los territorios ....

Hay que pensar en ello y estar atentos a toda esta nueva realidad que nos ha dejado el Covid-19 y que formará parte de nuestra realidad en los próximos meses.

Referencias bibliográficas:

Del Olmo, M. y Aguado, T. (2009). Educación Intercultural. Perspectivas y propuestas. Editorial Universitaria Ramon Aceres.
Institut de Govern de Polítiques Públiques (IGOP). Reflexiones Covid19 https://igop.uab.cat/es/reflexiones-covid19/
Rodríguez, M. (2020). Jornadas virtuales; ”Geografías del conflicto: estrategias populares y comunitarias en los territorios ante el contexto de pandemia”. 3er encuentro: La pandemia en la ciudad invisibilizada. Organización barrial, redes y solidaridades. CLACSO.

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