COMPROMISO EDUCATIVO Y SOCIAL
BLOG FUNDACIÓN PERE TARRÉS
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Pau Berbel
Director de proyectos del Área de Consultoría y Estudios y cooordinador del proyecto sobre vulnerabilidad y cáncer con la Asociación Contra el Cáncer
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09.11.21
La definición de salud ha ido evolucionando a lo largo del tiempo pasando de ser un concepto pensado en contraposición al de enfermedad (Salud = No enfermedad) a algo más vinculado al bienestar, en sentido amplio (mental, social y corporal), y no sólo de ausencia de enfermedad.
Sin embargo, todavía hoy tenemos muy asociado el concepto de salud a un fenómeno eminentemente biomédico-sanitario. Y, ¿es realmente así? ¿Qué implica esta mirada sobre la salud?
En 2008 la Organización Mundial de la Salud (OMS) publica un informe introduciendo el término "Determinados Sociales de la Salud" [1] con el que enfatiza que la salud depende, mayoritariamente, de aspectos o condiciones sociales-estructurales y que existe un gradiente social, es decir, que cuanto peor es la posición social, peor es la salud.
Esto pone sobre la mesa que las desigualdades sociales tienen un impacto en la salud. Es decir, tenemos que empezar a fijarnos más en el Código Postal que en el Código Genético (por ejemplo, entre barrios de Barcelona podemos tener hasta nueve años de diferencia en esperanza de vida [2]) y ensanchar la mirada sobre la salud para entenderla como un fenómeno mucho más allá de lo sanitario.
En el siguiente gráfico se muestran estos determinantes divididos en estructurales (por ejemplo, el contexto socioeconómico o el género) e intermedios (por ejemplo, el entorno residencial o las condiciones de trabajo):
Marco conceptual de los determinantes de las desigualdades sociales en salud. Comisión para reducir las desigualdades en salud en España, 2010. Basado en Solar e Irwin y Navarro.
Por tanto, pensar sobre la salud nos ha de remitir, necesariamente, a hablar sobre desigualdades, exclusiones y vulnerabilidades.
Y si pensamos en una enfermedad como el cáncer, ¿somos todos iguales frente al cáncer?
Si tomamos los datos del último Onco-barómetro de la Asociación Contra el Cáncer [3], vemos cómo se reproduce esta concepción de la salud como algo principalmente genético:
Estos dos datos son clave para entender la necesidad y urgencia de un cambio de mirada sobre el cáncer. Tenemos que pensar en el cáncer desde un punto de vista en el cual las condiciones socio-ambientales se hagan más visibles y se aborden las desigualdades que se dan en la prevención y en el proceso y consecuencias de la enfermedad.
La realidad es que no todas las personas tienen las mismas probabilidades de enfrentarse al cáncer tanto en cuanto a su prevención, como en el acceso a tratamientos o a los resultados de investigación; y también, que no todas las personas se enfrentan con las mismas garantías: [4]
Los principales factores de riesgo (Actividad física, Alimentación, Alcohol, Tabaco) están cruzados, de forma sustancial, con ejes de desigualdad y condiciones materiales (por ejemplo, en la UE, las poblaciones más vulnerables socioeconómicamente tienen el doble riesgo de sufrir obesidad [5]).
En la prevención secundaria o en los propios tratamientos, también se reproducen estas desigualdades (por ejemplo, el acceso a los programas de cribado de cáncer de colon o los servicios de radioterapia sigue siendo desigual entre Comunidades Autònomas [4] ).
Y todo ello, con un impacto (psicológico, económico, familiar y comunitario) desigual. Y, especialmente agravado durante la pandemia (por ejemplo, 1 de cada 5 pacientes no se diagnosticaron, o se diagnosticaron tarde, durante el confinament [4]).
Teniendo en cuenta esta realidad y perspectiva sobre el cáncer, un concepto que nos puede ser útil para acercarse a ellos es la vulnerabilidad.
La vulnerabilidad se refiere a todas aquellas condiciones que provocan un mayor riesgo de sufrimiento físico y/o emocional.
La podemos diferenciar de la fragilidad (enfoque más sanitario vinculado al tratamiento), de la pobreza (generalmente asociada sólo al hecho económico) y va más allá de algo individual (de personas vulnerables a personas vulnerabilizadas).
Y, por otro lado, es complementaria a otras herramientas de análisis como la interseccionalidad, que analiza la intersección de desigualdades-discriminaciones, o con los propios determinantes sociales de la salud.
La vulnerabilidad nos aporta esta mirada multidimensional, dinámica y más compleja sobre el cáncer, centrada más en la persona y no tanto en las fases de la enfermedad.
Nos permite situar la persona enferma en un contexto que la atraviesa y con el que también interacciona, y así, entender mejor y aprovechar las necesidades y oportunidades que puedan ir apareciendo.
Por último, abordar el cáncer y la vulnerabilidad implica pensarlos como fenómenos interrelacionados. En este sentido, es fundamental que las organizaciones y servicios que aborden situaciones de vulnerabilidad incorporen el eje del cáncer como una categoría clave; del mismo modo, que las organizaciones vinculadas al cáncer, incorporen una mirada sobre la vulnerabilidad.
El artículo muestra como el cáncer está atravesado por diferentes ejes que suponen desigualdades y vulnerabilidades específicas. Que no podemos aproximarnos a él sólo teniendo en cuenta los componentes genéticos y que, por tanto, como en otras enfermedades o situaciones vinculadas con la salud, no son sólo cuestión de azar.
El cáncer no es una lotería y si lo fuera, hay personas que parten con más posibilidades de padecerlo y con menos garantías para hacerle frente. Por ello, la mejora de la salud y la equidad requiere políticas, programas e intervenciones que engloben todos los sectores de la sociedad y no únicamente el sector de la atención sanitaria.
Es urgente un trabajo de sensibilización que rompa con la concepción biomédica de la salud y parta de una visión de la salud biopsicosocial, desde las desigualdades y vulnerabilidades, con un enfoque socio-sanitario y centrado en la persona.
Necesitamos valorar la importancia de la salud comunitaria (debemos pasar de los hábitos saludables a los entornos saludables) desde la proximidad de los barrios y de forma integral e integrada, así como, una mirada interseccional, que incorpore una visión compleja de los ejes de desigualdades y ayude a prevenir e intervenir mejor con personas (y familiares) con cáncer.
En este sentido y para poder sumar y contribuir a este camino, iniciamos un proyecto compartido entre la Asociación Contra el Cáncer y el área de Consultoría y la Fundación Pere Tarrés.
Un proyecto para abordar la realidad de la vulnerabilidad y el cáncer que permita llegar a más personas (y familiares) con cáncer en una situación de mayor vulnerabilidad, y hacerlo con programas, servicios y campañas que contribuyan a prevenir, mejorar la calidad de vida y reducir el impacto del cáncer en pacientes, familiares y su entorno más cercano.
Por equidad, por justicia social, el horizonte debe ser reducir y eliminar las desigualdades en el cáncer. Que todos tengamos las mismas posibilidades de evitarlo, de convivir y de acceder a los resultados de su investigación.
[1] Informe final de la Comisión OMS sobre Determinantes Sociales de la Salud. Ginebra: OMS, 2008.
[2] Informe “La salut a Barcelona 2019”. Agència de Salut Pública de Barcelona
[3] Oncobarómetro 2021. Asociación Española Contra el Cáncer
[4] Acuerdo contra el Cáncer. Asociación Española Contra el Cáncer
[5] Obesity and inequities. Guidance for addressing inequities in overweight and obesity (2014). World Health Organization
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