COMPROMISO EDUCATIVO Y SOCIAL

Ser joven no siempre es fácil y, aunque a menudo nos cueste entender qué pasa por la cabeza de un joven, todos hemos pasado y hemos tenido las mismas inquietudes y esperanzas y, en algún punto, hemos tenido que tomar decisiones muy parecidas. Una de las importantes a menudo es: ¿a qué quiero dedicarme cuando sea mayor? Seguida, normalmente, de: ¿es necesaria una formación universitaria? 

Y la respuesta dependerá de muchos factores. Si el objetivo es que sea una puerta de entrada al mercado laboral, parece que con esto ya no siempre tendremos suficiente. En palabras de Sir Ken Robinson, en su charla “Cómo las escuelas matan la creatividad”, la abundancia actual de titulados universitarios hace que vivamos en una especie de inflación académica, en la que para conseguir trabajo “donde antes necesitábamos un grado, ahora hace falta un máster, y donde era necesario un máster ahora hace falta un doctorado". Sin embargo, hay que tener en cuenta que ciertas profesiones como, por ejemplo, médicos, abogados o maestros requieren un título universitario como requisito para poder ejercer; y que existen otros aspectos que hacen que la universidad sea una herramienta valiosa, como la oportunidad de crear una red de contactos profesionales con otros estudiantes y profesores o el crecimiento personal, ya que no sólo se trata de adquirir conocimientos técnicos, sino también de desarrollar el pensamiento crítico y de nutrirnos intelectualmente. 

Para quienes deseen explorar otras alternativas a considerar, los ciclos formativos pueden ser una opción válida, especialmente teniendo en cuenta que el mercado laboral está cambiando a gran velocidad. Las universidades velan por una sólida formación académica, a veces no suficientemente ajustada al dinamismo del entorno, mientras que los ciclos pueden formar profesionales preparados a estas nuevas demandas. También pueden ser útiles otras alternativas como los certificados de profesionalidad, ya que es una formación de gran calidad con un coste mínimo para el alumno –en la mayoría de casos está subvencionada– en la que, dado que está especialmente diseñada para ayudar a las personas a insertarse en el mundo laboral, previamente se han estudiado las necesidades de los profesionales. 

Por último, no podemos descartar otras opciones como el emprendimiento. Aunque quizá en nuestro país no sea siempre una opción prioritaria, en otros lugares como Estados Unidos, existen ejemplos de éxito de jóvenes emprendedores como Steve Jobs, Mark Zuckerberg o Bill Gates, que dejaron la universidad y triunfaron y que han inspirado a muchos jóvenes con una mentalidad empresarial a crear su empresa emergente (startups), generando una dinámica de creatividad, innovación y financiación, que se ha convertido en un sueño y una alternativa interesante. 

Es esencial considerar sus propios intereses, habilidades y objetivos personales a la hora de decidir la formación académica y el futuro profesional. No existe una respuesta única para todos, y es importante explorar las diferentes posibilidades y elegir el camino que mejor se adapte a cada persona. Más allá de la posesión del título, el hecho de que el estudiante exista dependerá también de habilidades como la capacidad para expresar las ideas de forma clara, las experiencias previas o tener conocimientos especializados que le permitan destacar en ámbitos específicos. 

Dada la diversidad de personas, condiciones de acceso, momentos vitales y estrategias de aprendizaje, la Fundación Pere Tarrés ofrece todas las opciones en el campo del servicio a las personas y la comunidad con una propuesta de formación universitaria, ciclos formativos y certificados de profesionalidad, para ofrecer el máximo de oportunidades y hacer posible que cada uno pueda realizar su itinerario formativo.