COMPROMISO EDUCATIVO Y SOCIAL
BLOG FUNDACIÓN PERE TARRÉS
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Alba Monclus Soler
Técnica de comunicación de Xarxanet
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09.01.25
En los últimos meses, muchos medios de comunicación, instituciones y usuarios han abandonado X —antes Twitter— con la justificación de que se ha convertido en un altavoz de discursos ultras, carente de moderación y que sobrerrepresenta a la extrema derecha a escala global. La salida de Open Arms es un ejemplo significativo. Con más de dos mil seguidores en la red, la organización denuncia que la plataforma “es un campo inclinado donde las reglas cambian al capricho del árbitro” y asegura que seguirán apostando por el diálogo y la comunicación, pero en terrenos “más limpios”.
Este fenómeno no es nuevo. Hace una década, la revista Time ya advertía sobre la migración de figuras públicas hacia otras plataformas debido a la ola de mensajes ofensivos —homófobos, machistas, racistas y antisemitas— que recibían en Twitter.
Las entidades sociales han encontrado en Twitter una poderosa herramienta para la comunicación y el desarrollo profesional. Esta red social, con su capacidad de difusión rápida y alcance global, permite a las organizaciones establecer conexiones directas con su público, visibilizar sus causas y movilizar recursos. Pero ante este contexto en el que imperan las fake news y se sobredimensionan los discursos de odio, es legítimo plantearse si es necesario seguir apostando por esta red social. ¿Es el momento de explorar alternativas como Mastodon o Bluesky?
Es innegable que X ha cambiado profundamente en los últimos tiempos, pero no parece que estos cambios hayan llevado tampoco a una mejora de la experiencia de usuario. Las interacciones se han convertido en más opacas —por ejemplo, los “me gusta” ahora son reacciones ocultas—, mientras que la pestaña “para ti”, supuestamente diseñada para personalizar los contenidos, a menudo se convierte en un vertedero de noticias falsas y propaganda incendiaria. Este ruido informativo va acompañado del aumento de publicaciones promocionales y contenidos de baja calidad que dificultan encontrar información valiosa, disminuyendo la percepción de utilidad de la plataforma.
En el último capítulo de La Turra, el vídeo podcast de la plataforma digital 3Cat, se planteaba la siguiente cuestión: ¿se está terminando Internet tal y como lo conocemos hoy? En un espacio de debate que reunió a varias voces del panorama digital, se abordaron temas como la tiranía de los likes, la extenuación y el cansancio de los usuarios y el viraje hacia la derecha más atemorizante. Ante este escenario, Ainhoa Marzol, gestora cultural y creadora del boletín Gárgola Digital, apuntaba una nueva tendencia hacia canales de difusión, newsletters temáticas y comunidades cerradas. Esta nueva dirección buscaría recuperar el espíritu de los antiguos foros, donde personas con intereses comunes se encontraban por compartir experiencias, apostando por un Internet más seguro, personalizado y humano.
Habrá que seguir de cerca, pues, estas nuevas tendencias para repensar desde las entidades cuáles son las mejores fórmulas para dirigirnos a nuestra comunidad, mejorar el impacto y el retorno de los proyectos e implicar a las personas miembros. Entretanto, y ante la paradoja de Twitter, tanto los usuarios individuales como las organizaciones tenemos la oportunidad de no abandonar el barco, aunque vengan aguas bravas, y seguir remando en busca de rendijas que nos permitan combatir la desinformación y el odio desde dentro, con firmeza y compromiso. Marcharse significaría dejar que los botes y aquellos que difunden mentiras acaben dominando la narrativa.
Seguro que la de Elon Musk no es la única opción que tenemos si pensamos en RRSS donde tener un perfil profesional. De hecho, ya nos estamos familiarizando con otras opciones con funcionalidades muy similares, pero dimitir de un espacio de conversación con la proyección de Twitter y dejar campar a sus anchas a quienes solo quieren envenenar y difundir a su gusto discursos de extrema derecha desde detrás de una pantalla tampoco parece la solución. Si realmente creemos en la transformación cultural y social, quizás habrá que ejercer algo más de resistencia.
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