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La cultura restaurativa como punto de partida para caminar hacia la cultura de la paz

La cultura restaurativa como punto de partida para caminar hacia la cultura de la paz

Aleix Masramon Cruzate
Coordinador de Convivencia y Acción Comunitaria. Programas de Acción Social
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10.11.22

La Asamblea General de la ONU adoptó, el 25 de septiembre del 2015, la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. En estos momentos nos encontramos en pleno despliegue del plan. La Agenda 2030 plantea 17 objetivos que abarcan esferas económicas, sociales y medioambientales. En el presente artículo, me centraré en desarrollar el objetivo 16 del plan de acción de la Agenda 2030: promoción de sociedades más justas, pacíficas e inclusivas. Me gustaría poder dimensionar en qué condiciones estos objetivos se podrían desplegar.

¿Podría la cultura restaurativa ser un buen punto de partida para comenzar a asentar el proceso de promoción de sociedades más justas, pacíficas e inclusivas?

La tesis del presente artículo parte de la importancia de un clima de paz social para garantizar la justicia y la inclusión. De la misma manera que era básico para una sociedad sedentaria del siglo VIII i II a. C. asentarse en zonas donde la tierra fuera fértil, donde hubiera agua o donde los terrenos estuvieran irrigados, si queremos sociedades pacíficas e inclusivas es básico que los fundamentos y los contratos sociales se basen en pactos y consensos para garantizar la convivencia entre nosotros.

Solo con la esperanza en estas cuestiones podremos conseguir que no haya guerra.

Entendemos la cultura restaurativa como un proceso de transformación donde ponemos en el centro de la cuestión a las personas y no sus actos, fomentamos la reflexión y la participación de las personas anteponiendo sus necesidades, nos centramos en la responsabilización y la reparación de los daños e intentamos restaurar situaciones donde haya habido conflicto. Así pues, la cultura restaurativa puede tener un gran potencial para pacificar territorios, reducir prácticas violentas, fomentar relaciones interpersonales sanas y fuertes, apoderar a la ciudadanía y, en definitiva, establecer una forma de poder gestionar conflictos cuando suceden. 

La escucha activa, el asertividad, la comunicación no violenta, las declaraciones afectivas y la empatía son herramientas y fórmulas que intentan garantizar sociedades más democráticas donde todo el mundo tenga su espacio para ser escuchado. Apostar por el bienestar interpersonal y ser proactivos a la hora de resolver o abordar las discrepancias en los conflictos de intereses es la única forma de garantizar el mantenimiento de la paz o la ausencia de guerra.

La responsabilización de nuestros actos, el reconocimiento de nuestras acciones y la voluntad en reparar a las personas que hayan sufrido con la finalidad de restaurar las situaciones es esencial para poder gestionar los conflictos.

Afirmar que la cultura restaurativa es un buen punto de partida para comenzar a asentar el proceso de promoción de sociedades justas, pacíficas e inclusivas no es osado, siempre y cuando comprendamos que solo es el preludio de un camino largo y, probablemente, abrupto. Atendiendo la complejidad de las sociedades actuales, hay muchas otras cuestiones a abordar y trabajar para caminar hacia este modelo más democrático, justo, pacífico e inclusivo.

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