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El efecto Pigmalión: el poder transformador de las personas

El efecto Pigmalión: el poder transformador de las personas

Erika Tobalina
Jefa académica en Formación, Consultoría y Estudios de la Fundación Pere Tarrés
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03.06.21

En el mundo de la acción social, una de las principales dificultades con la que nos encontramos es la falta de recursos. Pero a veces, ni siquiera eso es suficiente para conseguir cambiar las cosas. En un mundo cada vez más automatizado y menos humano, a la vez que se dan grandes progresos tecnológicos que facilitan la vida a unos cuantos privilegiados/as, otros/as quedan excluidos de una oportunidad de vida más digna. La brecha que divide el mundo es cada vez más profunda.

¿Y entonces qué nos queda?

Pues uno de los grandes aprendizajes que hemos podido extraer de la horrible pandemia que azota al mundo, es que los gestos más sencillos son los más esenciales.

Maslow presentaba su pirámide en la que las necesidades fisiológicas eran la base imprescindible para entender cómo funciona la motivación humana. Sin respirar, comer, beber y dormir no hay aspiración a nada más y quizás en un análisis existencial muy superficial tenga sentido esta propuesta. Pero por suerte, las personas somos más complejas que todo esto. Algunos estudios psicológicos han demostrado que no hay una jerarquía de necesidades definida, ya que las personas en situaciones críticas han priorizado condiciones de afecto por delante de las llamadas necesidades básicas. Estamos hablando por tanto de la necesidad de atender paralelamente los aspectos de supervivencia más básicos (necesidades fisiológicas y de seguridad) y los aspectos psicológicos más esenciales (la estima y la relación social), para que queden equiparados. Sin equilibrio, no hay bienestar, del mismo modo que no somos unos/as sin los/as otros/as.

Y suerte precisamente que nos tenemos los/as unos/as los/as otros/as, porque cuando un/a no llega, el otro/a puede ser la clave que necesitaba para salir adelante. Cuando la motivación termina y no se ve el camino por el que avanzar, un gesto sencillo, una palabra de ánimo puede ser toda la luz que hacía falta para continuar.

Los profesionales del ámbito social tienen por ello a su disposición una de las herramientas más poderosas para desarrollar el potencial de las personas al máximo nivel y lo mejor de todo: no cuesta nada.

¿Qué es el efecto Pigmalión?

El efecto Pigmalión es un concepto que se utiliza sobre todo en psicología y pedagogía para referirse a la potencial influencia que ejerce la creencia de una persona en el rendimiento de otra. Es el proceso por el que sucede la "profecía autocumplida": condicionados/as por nuestras expectativas actuamos hacia el otro/a de manera que favorecemos que se hagan realidad.

Aunque atención, el efecto puede resultar en positivo, pero también en negativo. Si nuestra creencia hacia las habilidades del otro/a son negativas, el mensaje que trasladamos puede hacer que la otra persona dude de sus fortalezas y finalmente no consiga lo que estaba capacitado/a para hacer.

¿Cómo puedo yo, profesional de la acción social, utilizarlo en beneficio de las personas con las que interactúo?

En primer lugar, se debe tomar conciencia del efecto que cada uno de nuestros actos tienen sobre quienes nos rodean y controlar el comportamiento para lograr el impacto que queremos generar.

Cuanto más pequeños/as son, más susceptibles de experimentar el efecto Pigmalión. Los adultos con los que los niños/as se relacionan en los diferentes ámbitos de su vida, somos los referentes a través de los que entienden el mundo que los rodea y los modelos que imitan como primera opción de reacción ante cualquier hecho. Igualmente, una persona en situación de vulnerabilidad es también mucho más influenciable por las personas que tiene alrededor. Por lo tanto, especial cuidado con los más jóvenes y los más vulnerables en general.

Aunque el efecto Pigmalión está probado en diferentes estudios, para aprovechar su poder transformador deben darse una serie de condiciones:

  • Los agentes sociales debemos definir unas metas altas pero realistas y alcanzables, para que las personas se esfuercen y mejoren, sin frustrarse por no conseguirlo.
  • El método y las tareas deben estar adaptadas a cada uno/a para aprovechar el potencial en las áreas más destacadas de cada persona. No todo el mundo servimos para lo mismo, pero todos servimos para algo.
  • Los profesionales debemos tener confianza en nuestro propio potencial para transmitir el entusiasmo.
  • Debemos educar en el error como vía de aprendizaje y superación.
  • Ofrecer siempre un trato respetuoso, amable y cordial para que la comunicación fluya y la confianza mutua sea la base sobre la que nos impulsemos.
  • Favorecer la participación del grupo y si la intervención es a nivel individual, animar a que la persona se integre en su círculo más cercano. El apoyo social es un factor preventivo muy potente para mantener el equilibrio interior.
  • Contagiar al máximo el efecto Pigmalión dándolo a conocer para que el mayor número de personas lo ponga en práctica. Instruir para construir un mundo mejor. 

Los profesionales de Formación, Consultoría y Estudios, de las diferentes actividades de ocio y del área de Proyectos Educativos y Sociales de la Fundación Pere Tarrés trabajamos cada día para ser agentes activos en el contagio en positivo de este efecto. 

¿Te animas a usar tu poder transformador?

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