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Cómo superar la prueba de hablar en público

Cómo superar la prueba de hablar en público

Lisette Navarro Segura
Profesora del Grado en Educación Social y Trabajo Social, del Máster universitario MEIA y del Postgrado de Experto universitario en herramientas para la intervención socioeducativa para profesionales de la acción social.
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18.05.22

Hablar en público puede ser para muchas personas una situación muy estresante y angustiante. Pensar en este proceso como un hecho que debemos hacer de manera obligatoria y que prevemos como catastrófico no nos ayudará a superarlo de manera exitosa, más bien, todo lo contrario. Si queremos que nuestra presentación oral salga bien, habrá que prepararla confiando en que así será.

 Hablar en público con éxito significa dominar y tener controladas un gran número de habilidades comunicativas. Esto nos puede preocuparse o, por el contrario, nos puede tranquilizar. Nos puede preocupar por la cantidad de variables que hay que tener en cuenta a la hora de hablar, pero nos puede tranquilizar al ser conscientes de que todas estas habilidades se pueden aprender. La mayoría de ellas ya las conocemos, pues las aplicamos en nuestro día a día. Mirar a los ojos de nuestro interlocutor, hablar despacio, utilizar un lenguaje que se adecue a la persona que tenemos delante, etc., serían unos cuantos ejemplos.

A la hora de afrontar directamente el miedo de hablar en público, lo más importante, es controlar nuestros pensamientos. La proyección mental que hacemos de lo que sucederá cuando hablamos puede llegar a determinar en gran medida el resultado final.

 En primer lugar, hay que rebajar la ansiedad que podamos sentir ante la situación. Dar fuerza a pensamientos como "todo el mundo me estará mirando", "seguro que me quedo en blanco" o "el ponente de antes lo hará genial y yo quedaré fatal" no conseguirán otra cosa que hacernos sentir inseguros e inferiores a las capacidades reales que tenemos. Por lo tanto, los pensamientos deben ser positivos y ajustados a la realidad. 

Para controlar nuestros pensamientos podemos utilizar diferentes herramientas, entre las que podemos encontrar el reencuadre o la visualización. Reencuadrar los pensamientos significa identificar el pensamiento negativo que estamos teniendo y reformularlo por uno de positivo. Por ejemplo, ante el pensamiento de "seguro que me quedo en blanco" podemos sustituirlo por "si no sé qué decir, puedo tomarme unos segundos para mí y pensar lo que quiero decir" o "sé en todo momento lo que debo decir ya que me lo he preparado muy bien ". Estos últimos pensamientos hacen referencia, al igual que los primeros, al hecho de no saber qué decir, pero los segundos son más positivos y constructivos y nos empoderan más. Y la visualización consiste en imaginarnos haciéndolo bien. Pensar en cómo será el espacio, las personas que habrá, las luces, etc., y proyectarnos haciéndolo muy bien, de manera segura y exitosa. Así, los pensamientos no serán negativos ni centrados en el miedo, al contrario, nos ofrecerán un acercamiento a la futura realidad en positivo.

 En segundo lugar, es importante tener controlado lo que sentimos. En el momento de hacer la presentación oral el cuerpo reaccionará identificando la situación como peligrosa o como cómoda. Si nuestros pensamientos son de miedo e inseguridad, el cuerpo sentirá que está ante una situación de peligro y nosotros tendremos que demostrarle que no es así. Una forma sencilla de hacerlo es bebiendo agua. Esto se explica porque si estuviéramos en la sabana y nos atacara un león (que sería la forma más primaria de cómo el cuerpo se siente en peligro) no tendríamos tiempo de hacer nada excepto correr. Por este motivo, si nosotros enviamos una señal al cuerpo de que puede beber agua, éste interpreta que no está en peligro y, por tanto, se tranquiliza.

Y en tercer y último lugar, hay que prestar atención a cómo actuamos, es decir, a lo que haremos. Hay que aceptar que nuestro cuerpo se exprese con manifestaciones como el sudor, el rojo de las mejillas o el temblor de la voz, nuestra inseguridad al hablar. Estos síntomas son normales y no tienen por qué impedirte hacer una buena presentación. Por lo tanto, acéptalos e intégralos pensando que a menudo, tú eres quien más los nota, ya que los demás no prestan atención a estas pequeñas manifestaciones.

 Es importante también que hayas elegido una ropa que esté en concordancia con el grado de formalidad del evento, pero que, sobre todo, te haga sentir cómodo.

 Es necesario que lleves la presentación bien preparada (que hayas ensayado), así podrás enfocar tu atención en lo que sabes que tú tienes que hacer, y no tanto en los demás. Si llevas algún soporte audiovisual (una presentación de diapositivas, por ejemplo) intercala tu mirada entre el público y la pantalla (pero no mires demasiado la pantalla, porque recuerda que hay que mirar al público en general). Y finalmente, si puedes, colócate en un espacio donde te puedas sentir resguardado o expuesto en un grado que te haga sentir bien, ya que no es lo mismo estar en el centro de un auditorio que a un lateral. 

Hablar en público es como todo. Será una actividad desconocida y temida mientras no la practiques. Al igual que para aprender a conducir estamos deseosos de hacer muchas prácticas de coche, para aprender a hablar en público deberíamos hacer lo mismo. Confía en ti y en tus capacidades. Una vez te lances verás que puedes hacerlo y que cada vez lo dominas más. Y si no es así, no pasa nada, ¡porque equivocarse es de humanos y siempre podemos aprender y mejorar!