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Antes de decidir, pregúntaselo a la almohada

Antes de decidir, pregúntaselo a la almohada

Enric Benavent Vallès
Profesor de los Grados en Educación Social y en Trabajo Social
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09.04.21

Decidir implica valorar, elegir lo que creemos que es mejor y desestimar lo que no encontramos adecuado. La vida de una persona está llena de innumerables decisiones, desde las más banales hasta las más profundas. La libertad es uno de los rasgos más característico del ser humano. La vida humana no termina con su dimensión biológica, sino que se va completando fruto de las decisiones que se toman.

¿Cuántas decisiones tomamos a lo largo del día? ¿Y a lo largo de nuestra vida? No siempre nos damos cuenta, pero nos pasamos la vida decidiendo Cuando suena el despertador me levanto, pero podría no hacerlo. Algunas decisiones cotidianas están relacionadas con otras decisiones previas, y eso nos ahorra tener que ser conscientes de que estamos decidiendo. Cuando estoy de vacaciones es más evidente que cada día decido a qué hora me levanto. Normalmente estas decisiones cotidianas están relacionadas con nuestra manera de hacer, con las opciones vitales que hemos tomado, con nuestra identidad... El proceso que lleva a tomar una decisión es uno de los temas más controvertidos tanto de la filosofía como de la ciencia. ¿El ser humano es libre a la hora de tomar decisiones?

Desde una visión determinista de la persona se afirma que la relación causa-efecto está presente en cualquier hecho de la naturaleza y que, por tanto, las decisiones que una persona toma están determinadas por una concatenación causas que desembocan hasta tal decisión. Desde esta manera de ver el mundo la libertad es considerada como una ilusión, como una fantasía. Nos pensamos que decidimos, pero en el fondo nuestras actuaciones vienen causadas por diversas circunstancias que muchas veces nos pasan desapercibidas. Una visión no determinista de la persona afirma que la libertad es una de las principales características de la especie humana. Los humanos no nos identificamos y no estamos indisolublemente ligados a nuestra dimensión natural.

El líder hindú Mahatma Gandhi protagonizó diecisiete huelgas de hambre, que duraron entre una semana y veintidós cuatro días. Un instinto vital como el hambre es desatendido para atender una idea, un valor. Las personas podemos distanciarnos incluso los instintos más básicos. Las personas tenemos la capacidad de orientar nuestra existencia en función de lo que más valoramos, de lo que más queremos. Explican testigos de campos de concentración, cuando se repartía la mísera cena que les daban, estaban los que se aprestaban a robar el bocado de los compañeros mientras otros se dedicaban a compartir lo poco que les habían dado con los que más lo necesitaban.

Ante situaciones similares no todo el mundo reaccionaba igual. Tomar decisiones es el más propio de la persona. Como afirmaba el filósofo Jean Paul Sartre "el hombre está condenado a ser libre", estamos condenados a tener que tomar decisiones para orientar la propia vida. Esta es la gran responsabilidad que tenemos cada día. Es cierto que hay muchas cosas que no podemos decidir. Yo he nacido en este momento preciso de la historia, en esta familia concreta y con este cuerpo y no otro. Todo esto son mis condiciones de posibilidad. Podría empeñarse me desear otras circunstancias, pero eso no me lleva a ninguna parte. Mi libertad de decisión siempre está enmarcada con mi existencia concreta y finita. Dentro de este marco es donde puedo ejercer mi capacidad de decisión, es donde puedo orientar mi existencia. Incluso cuando las circunstancias me son desfavorables puedo tomar decisiones.

Todos conocemos personas que han sido afectadas por enfermedades o circunstancias vitales difíciles. No todo el mundo lo ha afrontado de la misma manera. No podemos elegir las circunstancias adversas de la vida, si pudiéramos, elegiríamos no vivirlas. Una vez nuestra existencia nos lleva a una adversidad inevitable, lo que si podemos elegir es como afrontarla, como enfocar nuestra vida con esta circunstancia no deseada. La toma de decisiones vitales radica en el lugar más íntimo y más genuino de la persona. Aquí encontramos la libertad interior aquí es donde construimos el sentido de la propia vida, es donde valoramos, donde elegimos lo que nos parece mejor. En el interior de cada persona hay un espacio donde tomamos las decisiones vitales, donde orientamos y damos valor a nuestra vida.

Tomar decisiones, es una tarea genuinamente humana. En el mundo natural reina la indiferencia en el mundo humano reina el valor. La responsabilidad sobre las decisiones de la propia vida es mías y sólo mías, por eso hay quien siente miedo a la libertad. La libertad interior es lo que nunca nadie me podrá quitar.

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