FAMILIAS

BLOG DE LA FUNDACIÓN PERE TARRÉS

Se acaban las vacaciones y nuevos proyectos nos esperan

Se acaban las vacaciones y nuevos proyectos nos esperan

Bet Bartrina Comalat
Docente de cursos de tiempo libre educativo
Ver todos los artículos | Ficha de experta

24.08.18

Las vacaciones son momentos especiales, para compartir o estar solos, en que rompemos con el ritmo diario de nuestras rutinas y aprovechamos para descansar, descubrir, divertirnos y hacer actividades que, habitualmente, no podemos hacer porque las obligaciones nos tienen ocupados con otras cuestiones.

Los niños son las personas que más disfrutan de esta situación porque su periodo de vacaciones es largo: van de colonias o de campamentos, hacen servicios a la comunidad en los campos de trabajo, participan en las actividades de los casales de verano o campus deportivos y comparten ratos con la familia en entornos al aire libre haciendo juegos con agua, paseando por la montaña cuando van de excursión, bañándose en la playa o leyendo un buen libro a la sombra de un árbol, entre otros.

Después de tanta actividad y de la excepción para los horarios durante las vacaciones no nos debería extrañar que volver a la rutina y a la vida cotidiana nos sea un poco difícil.

Nos encontramos a principios de septiembre y el calendario nos recuerda que nos quedan entre 10 y 15 días para empezar la escuela y que nos tenemos que empezar a organizar. ¿Cómo lo podemos hacer?

En primer lugar, es necesario que los adultos mostremos una actitud positiva ante la vuelta al trabajo y a la escuela. Aprovechemos este momento para hablar del reencuentro con los compañeros, sobre los aprendizajes y experiencias que se asimilan a la escuela, sobre la vuelta a los extraescolares artísticos, deportivos o lingüísticos y sobre la experiencia de volver a compartir el tiempo libre en el esplai o cau el fin de semana.

En segundo lugar, es necesario que nos creamos la importancia de volver a marcar horarios, pactar normas y hacer las tareas del hogar entre todos y todas (si las hemos dejado de lado durante las vacaciones).

Mantener lo cotidiano dentro de un hogar asegura el orden y respeto por el espacio y las personas que conviven en él. Volver al horario es un poco complejo porque habrá que levantarse temprano y evitar acostarse tan tarde. Una buena manera de hacerlo es crear un horario entre todos y todas. Una vez todos nos hayamos implicado en su creación será necesario adornarlo y ponerlo bien bonito en un espacio de casa que sea bien visible para todo el mundo; de esta manera será más fácil de tenerlo presente a la vez que estaremos trabajando la autonomía de todas las personas que conviven en el hogar.

Junto con el horario, podríamos hacer un escrito o un pequeño mural donde se especifiquen unas normas básicas que debemos cumplir todos y que, previamente, hemos pactado. Es probable que normas que teníamos colgadas en la nevera antes de las vacaciones hayan quedado anticuadas ya que todos hemos crecido y hemos mejorado a nivel de convivencia y de responsabilidad.

Otra herramienta que podemos utilizar para volver a la rutina y responsabilizar a los niños con las tareas de casa es hacer un cuadro de servicios (similar al de las colonias). Fuera de casa todos tenemos unos deberes: trabajar, estudiar, cuidar los abuelos, hacer un voluntariado, comprar, limpiar, poner y quitar la mesa, entre otros son tareas que debemos evitar que recaigan sobre ninguna persona en concreto. La mejor manera de hacerlas es que cada miembro de la familia se implique en llevar a cabo alguna en la medida que le sea posible; siempre teniendo en cuenta la edad y las características o facilidades que tiene cada uno de nosotros en desarrollar las diferentes tareas: bajar la basura, ir a buscar el pan, sacar el perro o quitar el polvo son tareas que, desde pequeños, pueden hacer los niños o jóvenes.

Mientras vamos haciendo el horario de un día cualquiera podemos planificar juegos para el rato de tiempo libre, sobre todo durante estos días que aún no ha empezado la escuela. Aunque las obligaciones nos empujen no olvidemos la sensación de bienestar que tenemos toda la familia cuando compartimos un juego.

Algunos ejemplos de juegos sencillos serían:

  1. Stop de palabras: Hacemos una parrilla con seis columnas, dejando la primera libre para ir apuntando letras y en lo alto de cada columna ponemos los siguientes títulos: país o ciudad, nombre de persona, animal, objeto y alimento. Elegimos una letra de manera aleatoria y debemos rellenar la fila con palabras que sigan los ítems que tenemos en lo alto y que empiecen por la letra que ha tocado.
  2. Palabras encadenadas: En este juego, uno de los miembros de la familia dice una palabra; el siguiente debe decir una palabra que empiece con la última letra de la palabra anterior. Para hacerlo más interesante, este juego lo podemos hacer temático: palabras en inglés, relacionadas con el mar o la montaña, animales, etc.
  3. Cálculo matemático: ¿por qué no trabajar la matemática como un juego? Podemos hacer previsiones de que pueden costar los productos, cuánto tiempo tardamos en hacer una tarea. Y, en el caso de los más adultos, trabajar con medias aritméticas, aproximaciones, cambios en las compras, etc. Sin olvidar juegos tradicionales que nos pueden enseñar los abuelos como los "chinos" o "par o impar".
  4. Orden y puntos de vista: juegos como el Tangram o bien el Tetris nos pueden ayudar a organizar mejor las cosas en la habitación o en la casa, y tener una visión espacial diferente.
  5. Creación de actividades: también podemos hacer que estas actividades las inventen los mismos niños. No es necesario que sean sólo los consumistas del juego. También pueden ser una parte activa y creadora. A menudo se sienten más valorados, ya que son entonces más protagonistas del juego.