FAMILIAS

BLOG DE LA FUNDACIÓN PERE TARRÉS

El espacio público y la convivencia de los niños

El espacio público y la convivencia de los niños
Carlota López Rubio

Carlota López Rubio

Alejandra López Martín

Alejandra López Martín

21.11.17

Reflexionemos sobre algunas consideraciones a tener en cuenta cuando en un conflicto de convivencia en el espacio público, uno de los principales agentes implicados es el niño y cómo se puede favorecer que éste tenga voz en los espacios de gestión de la convivencia. La importancia de la corresponsabilidad en el entorno en pro del bien común pasa por la implicación de todas las partes en la mejora de la situación. También de los niños.

El espacio público es el espacio de encuentro de toda la comunidad. Los servicios de intervención para la convivencia en el espacio público tienen por objetivo garantizar que todas las personas miembros de la comunidad puedan hacer uso de los espacios comunes, bajo un sistema de convivencia pacífica e inclusiva, donde todos, incluyendo evidentemente niños y adolescentes puedan estar presente.

A menudo, la presencia y necesidades de los niños y adolescentes en el espacio público se ve dificultada por una perspectiva adultocèntrica sobre el uso que se debe dar al espacio público.

Por otra parte, la falta de responsabilidad por el cuidado y mantenimiento del espacio común debido, entre otros motivos, del papel asistencialista que históricamente ha tenido el estado, ha dado pie a construir el imaginario que el espacio público es aquel espacio neutral donde nadie tiene responsabilidad salvo la institución pública.

A este hecho, hay que añadir que la naturaleza restrictiva de las ordenanzas municipales para la convivencia, choca con las estrategias a nivel ciudad, que fomentan la corresponsabilización de la acción ciudadana y promueven el espacio público como un espacio generador de autonomía de los niños y adolescentes en entornos educadores (Grupo Transversal, 2017).

En este sentido, desde los servicios de intervención en el espacio público hay que poner especial atención en incorporar la visión del niño y adolescente, teniendo en cuenta sus necesidades y trabajando con esta contradicción.

La perspectiva del artículo se basa en nuestra praxis de intervención directa en el espacio público.

A menudo, el objetivo derivado de una mediación comunitaria en este contexto, es llegar a un acuerdo sobre cómo mitigar las molestias sin prohibir ciertas actividades, como es el caso del juego de los niños. Para llegar a este punto, es imprescindible que exista una corresponsabilidad de las partes del conflicto y de su implicación en la solución. Este es el primer gran reto con el que nos encontramos cuando iniciamos el proceso.

Como apuntábamos, el imaginario social, define el espacio público como aquel lugar que no es de nadie, no como aquel espacio que es de toda la ciudadanía, y por lo tanto, tenemos responsabilidad de cuidar. Además, nos encontramos que tanto menores como referentes, identifican ese espacio como un espacio para relajarse y desconectar de los roles que exigen responsabilidad. Es así como el niño se expresa libremente sin que el adulto asuma su rol de educador como harían en el espacio privado.

Mientras tanto, otros agentes, con intereses particulares, también intervienen en la dinámica y son parte activa potencial para la mejora de la situación. Por eso es importante reconectar con la visión comunitaria. Es fundamental llevar a cabo procesos de sensibilización con las diferentes partes, enfocadas a pactar y cubrir sus necesidades sin descuidar el bien común. Una de las claves, es fomentar una comunicación asertiva que facilite ponerse en el lugar del otro y tomar conciencia de lo común.

Conseguir que cada una de las partes pueda expresar sus necesidades en igualdad de condiciones, es otro de los retos con el que nos encontramos. El niño, a menudo está representado por un adulto que acaba imponiendo sus necesidades por encima de las del niño, vulnerando su derecho a la participación social.

El papel del mediador / a sería el de visibilizar sus demandas e intereses que expresan a través del juego, ponerlo en valor y abrir canales de comunicación con los referentes adultos. Se fomenta que cada parte tenga un papel activo en la mejora de la convivencia, sea mediante la implicación en la dinamización de actividades concretas, sea adquiriendo una toma de conciencia sobre el derecho a expresarse de los demás.

También se busca moderar los discursos, haciéndolas conscientes de la pluralidad del entorno produciendo un cambio en la dinámica de convivencia sin necesidad de formalizar un acuerdo.

Según las necesidades específicas que se detecten de cada una de las partes se puede hacer necesario realizar un Pacto de Usos, donde cada parte implicada alcance compromisos de convivencia revisables con una periodicidad determinada que permitan adaptarse a nuevas necesidades.

Las fórmulas y estrategias pueden ser varias para transformar el conflicto en el uso del espacio, y facilitando que todas las partes tengan el máximo grado de satisfacción posible.

Poner al niño en el centro de la estrategia, posibilitando que puedan expresarse libremente, ejerciendo el derecho a la participación y al juego desde un entorno educativo y corresponsable, favorece, sin duda, una mejora en el conjunto de la vida comunitaria en los espacios públicos.

Por tanto, las estrategias claves que consideramos para conseguir una mejora de la convivencia en el espacio público teniendo en cuenta a los niños como agente principal de la comunidad, son:
Incorporarlos como parte de la mediación, creando espacios que permitan conocer la visión de los niños a través del juego y de sus formas de expresión.
Respecto a las familias, por un lado, son un agente implicado por sí mismo en el conflicto, al tiempo representados los menores. En este sentido, tenemos que procurar que sean un motor que garantice la participación social de sus hijos, implicándolos en los proceso de dinamización de estos espacios.
Trabajar la corresponsabilidad entre la comunidad y la vecindad mediante el diseño de intervenciones orientadas a generar empatía; trabajar sobre el discurso estructurando las ideas claves respecto al conflicto e incorporar la visión que permita poner el bien común en el centro de la intervención.
No se trata de estrategias cerradas, si no de un proceso en continuo movimiento y desarrollo. Pensamos que lo expresado en el artículo, puede servir como punto de partida para seguir reflexionando y generando estrategias de intervención por parte de los diferentes profesionales que trabajamos en este ámbito.

Para más información: siep.santandreu@peretarres.org

Puede consultar información complementaria sobre espacio público y infancia al siguiente link: http://institutinfancia.cat/wp-content/uploads/2017/07/consideracions_espaipublic_infancia_gruptransversalajuntament.pdf

Para más información, puede consultar las investigaciones y publicaciones sobre infancia y juventud en contextos migratorios del Grupo IFAM, en: www.peretarres.org/grupifam