EDUCACIÓN SOCIAL Y TRABAJO SOCIAL

BLOG DE LA FACULTAD PERE TARRÉS

Sentido moral en la actividad profesional. De las buenas intenciones al ejercicio responsable.

Sentido moral en la actividad profesional. De las buenas intenciones al ejercicio responsable.

Jesús Vilar Martín
Director Académico de Grado y profesor de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL
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20.04.15

És innegable que las profesiones socioeducativas tienen que regirse por criterios éticos para responder al gran reto de la atención respnsable a las personas. La injusticia, las desigualdades, la falta de oportunidades, el matrato, la vulneración de derechos y la desesperanza son su marco de trabajo, un escenario que no se puede superar solo des de la técnica aséptica.La pràctica profesional tiene que ser también un ejercicio de denúncia, un altavoz que incomode y despierte conciencias.En este sentido, bienvenidas sean todas las iniciativas que aporten reflexión y evidencias hacia una forma de hacer profesión políticamente implicada.  

Sin embargo, como con todo, la ética es también una moda que vende: manifiesta tus buenas intenciones, identifica tu actividad o empresa con expresiones como "compromiso ético, "responsabilidad social corporativa", "empoderamiento respetuoso de las personas" o similares y seguramente subirás unos pasos en el ranking del "bonismo". En este punto, es necesario ejercer la autocrítica: la verdadera acción política, el verdadero compromiso moral con las personas y la sociedad no se traducen en las buenas intenciones, si no que se muestran algunas formas de hacerlo técnicamente e humanamente dando resultados tangibles, incluso si se reducen menos de lo que nos gustaría. 

Es necesario entrar en la cultura rendición de cuentas: identificar lo que es razonable considerar como un objetivo medible dentro de un periodo de tiempo bien definido, dependiendo de los determinantes del momento (recursos, complejidad del problema que se aborda, potencial real del equipo profesional, momento que vive la persona con la que se trabaja); explicar con transparencia las técnicas estratégicas que se utilizarán a partir del conocimiento, la experiencia acumulada; definir la evidencia que permita realizar un seguimiento cuidadoso del proceso; especificar la estrategia de trabajo colaborativo entre profesionales y servicios que se ocupan de un caso para que la persona esté realmente en el centro, en lugar de ser profesionales como sucede a menudo. La incorporación de la ética en el día a día de la actividad profesional comienza con la autocrítica, el autoaprobamiento y la identificación de lo que depende de uno mismo, lo que no es contradictorio con ser críticamente consciente de las condiciones externas. 

Pero tienes que empezar mirando hacia adentro honestamente (podemos engañar a los demás, pero uno no puede engañarse a sí mismo). Aunque no se suele reconocer, sabemos perfectamente que es muy fácil devaluar el discurso de lo que "debemos hacer" (el sentido moral de la acción), hacia "lo que nos toca hacer" (lo que normativamente y jerárquicamente nos ordenan hacer y más aún hacia "lo que debemos hacer" (lo que haremos para obtener un beneficion o evitar un problema). No es una idea nueva lo que ahora hemos señalado: siempre hemos denunciado el riesgo de que las profesiones socieducativas sean inhabilitadas cuando se resignan a "ningún cambio" y esto se sustituye por una forma de control más o menos disfrazada. El profesional a menudo no es consciente de esta contradicción y, inadvertidamente, se vuelve cómplice de una manera de hacer emparada en el discurso de las buenas intenciones y el compromiso ético, realmente sirve para apaciguar sus propias dudas e incluso la mala consciencia que se pueda tener. El rigor en la estrategia, el deseo de mostrar la evidencia de resultados, el autoaporte y el sentido autocrítico para generar conocimiento y la voluntad de trabajo cooperativo sin protagonismos que realmente ponen al ciudadano en el centro, son los ingredientes del trabajo moralmente responsable.

Preocupémonos seriosamente porque la ética no sea una estrategia de márqueting o una moda más.

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