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El pesebre de la Plaza de Sant Jaume: 10 años de diálogo y reflexión sobre la Navidad y Barcelona

El pesebre de la Plaza de Sant Jaume: 10 años de diálogo y reflexión sobre la Navidad y Barcelona

Enric Benavent Vallès
Profesor de los Grados en Educación Social y en Trabajo Social
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27.12.20

Este año que no se ha podido instalar el pesebre en la Plaza de Sant Jaume de Barcelona, ​​podemos aprovechar para hacer una parada y mirar qué nos ha aportado esta forma de representar el pesebre que hemos visto en los últimos años.

Lo primero que podemos observar es que el pesebre, como cualquier otra manifestación cultural, está en constante evolución. No ha habido nunca una única forma de hacer el pesebre, ni tampoco una única intencionalidad alrededor de esta tradición. Los primeros pesebres se hicieron en monasterios y conventos y estaban ligados a los actos de devoción de la Navidad. Más adelante, las casas ricas en adoptaron la costumbre y en muchos casos eran una forma de ostentación, ya que encargaban las figuras a los mejores escultores. Cuando el pesebre pasó a las casas populares era una manera de representarse en torno al Misterio. Actualmente, los Nacimientos que se hacen en las asociaciones son una muestra de delicada artesanía.

También debemos considerar que situar los pesebres en el espacio público es una tradición bastante reciente en comparación a la larga historia del pesebrismo. En un primer momento era una manera de hacer presente la Navidad en medio de una sociedad en la cual la iglesia católica tenía un papel muy importante. Actualmente el pesebre en la plaza pública no puede tener el mismo sentido que entonces, y debe incorporar elementos que hagan dialogar a la ciudadanía en torno a la tradición.

Los pesebres que se han instalado en los últimos años en la Plaza de Sant Jaume son propuestas para representar el relato del Nacimiento de Jesús con criterios artísticos y no sólo artesanos, como serían los pesebres que estamos acostumbrados a ver en casa o en las exposiciones. Probablemente el hecho que ha sido más representado a lo largo de la historia de las artes es el nacimiento de Jesús, y en cada una de las obras artísticas podemos descubrir una intencionalidad que va más allá de la mera representación del Nacimiento.

La exposición "10 años, 10 pesebres", que se puede ver en los bajos del Ayuntamiento de Barcelona, ​​permite hacer un repaso de cómo se han interpretado los principales personajes del pesebre, a partir de algunos elementos de los pesebres expuestos cada Navidad. Una mirada atenta a la exposición nos permitirá ver que los pesebres de la Plaza de Sant Jaume están bien entroncados con la tradición pesebrista.

Hemos visto pesebres que interpelan al público, que permiten un diálogo entre la obra y el espectador. La barrera entre espectador y obra ha quedado diluida en muchos de los años, un hecho que en el caso de los pesebres que hacemos en casa siempre ha sido así. Los pesebres de Sant Jaume, además, han propiciado un diálogo con la vida, ya que han hablado de la ciudad, de su gente, de sus preocupaciones y de sus recuerdos.

Las propuestas que el Instituto de Cultura de Barcelona ha presentado estos últimos años no son nada convencionales, pero también es cierto que con esta nueva manera de mirar el pesebre el pesebrismo ha evolucionado. Estos pesebres nos han dicho que hay muchas maneras posibles de imaginarse el relato de la Navidad, y que todas ellas son pesebres de pleno derecho. Últimamente hemos observado como en el pesebrismo casero o en el clásico de las asociaciones comienza a haber propuestas que se apartan del considerado ortodoxo. Eso es bueno. La cultura popular y tradicional también debe evolucionar.

Las vanguardias artísticas nunca han sido bien recibidas ya que de alguna manera rompen con la cultura hegemónica, basta echar una mirada a la historia del arte para comprender esto. No hay ninguna obligación de que una obra de arte guste a todo el mundo. Si un año se instalara un pesebre convencional con figuras de Olot, tampoco gustaría a todo el mundo. El espacio común, por ser un espacio compartido, tiene la posibilidad de fomentar el diálogo y la reflexión entre la diversidad de personas que se mueven. El debate, el diálogo, la confrontación de puntos de vista nos ayudan a avanzar como sociedad. Los pesebres de la Plaza de Sant Jaume de Barcelona han tenido este papel durante los últimos diez años.

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