Poner fin al hambre, conseguir la seguridad alimentaria y la mejora de la nutrición y promover la agricultura sostenible.
La pobreza tiene muchas ramas que se ramifican y crecen en los niños y las familias vulnerables, de formas a veces visibles y a veces invisibles, pero todas entrelazadas. Según Naciones Unidas, si la actual tendencia continúa, el número de personas afectadas por el hambre superará los 840 millones en 2030. En la Fundación Pere Tarrés trabajamos a favor del empoderamiento y la autonomía de las personas más vulnerables y lo realizamos a través de la elaboración de trabajos previos en los que identificamos las dimensiones a tener en cuenta para mejorar, entre las cuales la alimentación, junto con la higiene, la actividad física o las condiciones de las viviendas son variables clave.
Las deficiencias alimentarias en la infancia pueden tener graves efectos en el desarrollo futuro de la persona. Centrarnos en la promoción de los niños y niñas y garantizarles una alimentación saludable implica contribuir, desde la raíz del problema, al fin progresivo de la carencia de necesidades básicas.
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