Sin duda, el 2020 supuso un antes y un después para muchas personas que perdieron su empleo, lo que contribuyó a incrementar la situación de vulnerabilidad de muchas familias. Esto ha comportado que, en esta época de pandemia, la labor del voluntariado se haya vuelto más imprescindible que nunca para atender a personas con situación de vulnerabilidad.
Así lo constata el coordinador de proyectos de Participación, Voluntariado y mejora de gestión de la Fundación Pere Tarrés, Roger Buch, quien asegura que el voluntariado social se ha visto "más sacudido" que nunca durante la pandemia. "Se ha visto desbordado por las grandes necesidades que ha generado, pero también se ha visto reforzado por una ola de solidaridad", remarca Buch en unas declaraciones que realiza con motivo del Día Internacional del Voluntariado, que se celebra el 5 de diciembre. Con esta jornada, que tiene lugar desde 1985, se quiere concienciar a la población sobre la importancia del voluntariado y reconocer la labor tanto de las personas como entidades voluntarias que sacan adelante proyectos en beneficio de la sociedad.
Actualmente, en Cataluña existen cerca de 25.000 entidades activas, con 1.550.000 personas asociadas y más de 510.000 personas voluntarias, según datos del informe del asociacionismo y el voluntariado en Cataluña. En detalle, el 28% de las entidades centran su actuación en la acción social, el 25% en la cultura y el 20% en el deporte. Así pues, existe una gran diversidad de tipos de voluntariado, pero los que predominan son los servicios sociales, ocio y tiempo libre educativo y servicios sanitarios.
Precisamente, según Buch, el voluntariado social es el que se ha visto más afectado por la pandemia de la covid-19, puesto que este interviene en la sociedad para atender las necesidades de los colectivos más desfavorecidos y en situaciones de exclusión social. Además, añade, "ayuda a denunciar las desigualdades y las causas de injusticia que hacen que haya gente que no viva con buenas condiciones".
En este sentido, gracias a la labor de 249 educadores y educadoras sociales, así como de 224 voluntarios y voluntarias, se pudo atender a 115 familias y más de 150 niños en los cinco centros socioeducativos que tiene la Fundación Pere Tarrés en Barcelona y Mallorca. Una acción que fue mucho más allá del acompañamiento educacional de niños y jóvenes, sino que también se ayudó a la búsqueda laboral de los padres, a pedir prestaciones, así como se les ofreció un soporte psicológico y emocional.
Buch recuerda que la labor del voluntariado es posible "gracias a las entidades no lucrativas, es decir, asociaciones y fundaciones, que son las que canalizan toda esa labor altruista". En el ámbito del ocio, el 92% de las entidades y asociaciones han adaptado sus programas o actividades a las circunstancias que ha comportado la crisis sanitaria, según datos de un estudio elaborado por la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-URL por encargo de Didania. Por eso, se ha buscado trabajar las emociones y ofrecer una atención personalizada, pero no solo a los niños o jóvenes, sino también a sus familias, así como a los monitores, monitoras, voluntarios y voluntarias que los acompañan.
Sin embargo, a pesar del esfuerzo que han llevado a cabo hasta ahora voluntarios y voluntarias, Buch asegura que todavía falta un gran recorrido para seguir avanzando. "El voluntariado se plantea cómo mejorar su impacto, cómo fidelizar su situación que está siempre, siempre, siempre pendiente de las nuevas necesidades que puedan salir".