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Jesús Vilar, docente de la Facultad Pere Tarrés: "Hay problemáticas que perduran, pero las variables cambian. La educación social debe crear respuestas nuevas"

Jesús Vilar, docente de la Facultad Pere Tarrés: "Hay problemáticas que perduran, pero las variables cambian. La educación social debe crear respuestas nuevas"

09.05.22

Las sociedades están en constante evolución. Por eso, aunque existan problemáticas que perduran en el tiempo, disciplinas como la educación social deben adaptar sus respuestas a la actualidad ya las nuevas realidades. Ahora bien, ¿cómo debe hacerlo? ¿Qué respuestas necesitan las problemáticas actuales? ¿Cuáles son los problemas emergentes? Estas y otras preguntas son las que se responden en el número 79 del monográfico Educación Social. Revista de Intervención Socioeducativa, que edita la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés - Universidad Ramon Llull, que tiene como ejes centrales experiencias de investigación y de innovación en la educación social.

Al detalle, esta publicación aborda cómo la educación social progresa y avanza en la innovación de sus propuestas mediante la investigación. Por eso, se tratan problemáticas emergentes como, por ejemplo, cómo debe ser la acción del educador o educadora social en las escuelas, la esfera educativa en las prisiones y el apoyo a la vida independiente de personas con discapacidad intelectual. lectual. El coordinador del monográfico Jesús Vilar, también profesor de Pedagogía social, Ética profesional y Prácticum de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social-Universitat Ramon Llull, nos explica los detalles de la nueva publicación.

1.El número 79 del monográfico va dedicado a las experiencias de investigación y de innovación en la educación social. En una disciplina que está obligada a progresar a diario para adaptarse a las necesidades sociales, ¿qué importancia juegan la investigación y la innovación?

La innovación y la investigación son muy importantes en este campo porque existen problemáticas que, aunque se mantienen a lo largo del tiempo, cambian sus variables. Por tanto, antiguas respuestas que eran útiles, dejan de serlo en la actualidad. A veces, aunque hay problemáticas que formalmente parecen las mismas, de fondo tienen connotaciones diferentes y es imprescindible ofrecer nuevas respuestas que se han abordado desde planteamientos innovadores. Por eso los temas que aparecen en el monográfico inciden en asuntos emergentes que evidencian la necesidad de crear respuestas nuevas, adecuadas a cada situación, frente a problemas que aparentemente parecen similares, pero que de fondo son diferentes. Para hacer frente a estas dificultades necesitamos a profesionales sociales capacitados para la investigación, la innovación y la construcción de nuevas respuestas. Las personas que se dedican a este campo deben tener estas virtudes porque cuando trabajan lo hacen como investigadores, ya que deben detectar problemas, diagnosticar posibles complicaciones, ofrecer un pronóstico, elaborar una solución y posteriormente deben evaluarla para saber si es óptima o no.

 2. En el editorial se habla de la relevancia de los documentos profesionalizadores como base de la educación social. Sin ellos, ¿es posible que la disciplina avance adecuadamente?

Creo que no es posible. Hay que tener en cuenta que la educación social tiene dos particularidades. La primera es que, a diferencia de otras disciplinas, se ha construido en un período corto de tiempo. La segunda es que se ha configurado a partir de la integración de empleos diversos que en principio parecían inconexos, pero que ponían el foco en la persona y el problema. Por ejemplo, los profesionales que se dedicaban a la protección a la infancia consideraban que no tenían nada que ver con profesionales que trabajaban con las personas mayores, con presos o con personas dependientes. A finales de los ochenta, antes de que la educación social se consolide como profesión, se da un salto que busca integrar todas estas actividades bajo el paraguas de la educación social. A partir de aquí, la educación social comienza a aglutinar todas estas profesiones y deja de poner énfasis en la persona-problema y se centra en la finalidad, que no es otra que la incorporación de las personas de forma satisfactoria y la inserción de sus derechos fundamentales a partir de una metodología. Entonces, es desde el método y la finalidad que todas estas áreas quedan insertadas en el paraguas de esta disciplina, a partir del cual se derivan los documentos profesionalizadores, encargados de vertebrar las bases comunas de la profesión. Estos documentos definen la disciplina, concretan el catálogo de funciones y competencias y establecen el código deontológico. Además, son los responsables de aglutinar toda la profesión ya partir de los cuales deben construirse todas las especializaciones.

3. El monográfico incluye cuatro artículos. El primero va dedicado a los efectos positivos de la educación social en la escuela. En unas aulas cada vez más diversas, ¿es importante que los centros incorporen educadores y educadoras sociales?

Sí, es fundamental. La educación social es un tema de debate en la escuela desde hace muchos años. Inicialmente, se asociaba la educación social fuera de la escuela por considerarse informal. Lo que está claro es que la escuela es el espacio de los niños y niñas, pero no necesariamente sólo de los maestros y maestras. La educación social podría encargarse en las escuelas de la convivencia y la vida social, referida a los vínculos entre los alumnos y alumnas; las cuestiones transversales como el género, los valores, el medio ambiente; la gestión de las situaciones de conflicto y de la apertura a la comunidad, haciendo de puente y favoreciendo la relación entre el profesorado y las familias. La educación del siglo XXI debería incorporar distintos perfiles profesionales que se complementen entre ellos. En definitiva, la escuela debe replantearse como un lugar de convivencia que reúna a un conjunto de profesionales más diverso.

4. Dos de los artículos se centran en experiencias de aprendizaje en centros penitenciarios mediante la pedagogía y el ocio. ¿De qué manera trabaja el educador/a social con los presidiarios para integrarlos en la sociedad?

Dentro de las prisiones y dentro de los centros de justicia juvenil hay una serie de programas terapéuticos y educativos que aportan conocimiento y elementos reflexivos que estimulan y desarrollan las capacidades de los presos para que entiendan la sociedad a la que deben volver. Hay que tener en cuenta que, para que una persona cambie, no es suficiente con informarle, sino que se necesita que haya cambios internos. Por tanto, es necesario trabajar con programas educativos que le replanteen la manera de entender el mundo a través de diferentes actividades deportivas, formativas, culturales, recreativas o teatrales que tienen esta función. Sirven para estimular el pensamiento, generar apertura y nuevas formas de entender la sociedad y desplegar otras formas de relacionarse con el entorno. En este sentido, la gran tarea de la educación social es crear escenarios de posibilidad, es decir, que las personas sujetas de la intervención puedan platearse alternativas y puedan ver el mundo de una forma diferente gracias a la intervención de una persona que ha creado un espacio diverso donde ocurren cosas que le posibilitan esta nueva mirada. Lo importante de la educación social es que crea estos nuevos escenarios. La idea es que mediante la educación exista progreso y mejora.

5. ¿La presencia de la educación social en estos centros ayuda a que tanto la población como los infractores perciban la prisión como un lugar de integración en la sociedad y no como un centro de reclusión?

Hay algo que hay que tener claro y es que en prisión se llega porque se ha cometido un delito grave y deciden apartarte de la sociedad. Por tanto, los internos tienen la percepción de que la cárcel es un lugar de castigo. La cuestión importante radica en el hecho de cómo le das la vuelta a esta percepción. Hay presos que no desean cambiar su conducta y sólo quieren cumplir su pena. Por otro lado, hay presos que saben que están cumpliendo con un castigo, pero que quieren aprovechar las oportunidades que se les ofrecen. Con este segundo grupo sí que hay posibilidades de progreso y cambio, porque sólo hay evolución si la persona tiene voluntad de cambiar. El educador social tiene la obligación y el deber de crear las mejores condiciones para que los presos se animen a cambiar, pero debe existir un equilibrio entre lo que ofrece el educador y la predisposición de la persona.

6. El último tema que se trata en el monográfico es el reto del Programa de apoyo a la autonomía en el hogar. ¿Cuál es el principal cambio que incluye este programa?

El gran cambio que se está produciendo en esta área es que la persona que hasta ahora era calificada de dependiente y, por tanto, se le limitaba la autonomía a la hora de tomar las decisiones, ahora es una persona que no está sujeta a limitaciones y que se le proporcionan soportes para que tome las mejores decisiones. Entonces, aquí hay un cambio de función desde el punto de vista del profesional que debe tener una forma de hacer más en consideración con la persona con la que está trabajando. Estas personas deben ser lo menos dependientes posibles y, en las parcelas que sea posible, puedan gestionar su autonomía. El educador/a social debe tener la habilidad de identificar el espacio de su autonomía y el espacio en el que necesita apoyo para que se pierda. En este nuevo modelo, el educador/a debe hacer de almohada permitiendo que las personas con diversidad se puedan mover dentro de sus márgenes sin hacerse daño.