Más allá de la emergencia sanitaria, la pandemia ha desatado una crisis social y económica sin precedentes. Los jóvenes han sido uno de los grupos más afectados por esta situación, que ha hecho verdaderos estragos en su bienestar emocional y salud mental.
Buena muestra de ello es un reciente estudio del Hospital Sant Joan de Deu que revela que, a raíz de la pandemia, se han incrementado un 50% las atenciones al servicio de psiquiatría para jóvenes. Además, según datos de la Generalitat, en 2020 aumentaron un 27% los intentos de suicidio juvenil. Durante el confinamiento, la Asociación contra la Anorexia y la Bulimia quintuplicó el número de atenciones semanales vía email por parte del público adolescente.
El próximo sábado se celebra el Día Universal de los Derechos del Niño cuando, entre otras efemérides, se recuerda que el 20 de noviembre de 1959 se aprobó la Declaración Universal de los Derechos del Niño; así como 40 años más tarde, la Convención de los Derechos del Niño. Precisamente, este último documento recoge en el artículo 24 el derecho de los niños, niñas y jóvenes a "gozar del más alto nivel de salud posible". Sin embargo, tal y como demuestran las cifras anteriormente expuestas, la pandemia ha comportado un retroceso en este aspecto, especialmente, en el caso de los trastornos mentales y alimentarios.
Una tendencia que no sólo la confirman los datos, sino también varias expertas como la docente de la Fundación Pere Tarrés Marina Bonache, que durante el confinamiento trabajó de enfermera con niños, niñas y jóvenes. El especialista remarca que la crisis propiciada por la covid-19 es un "factor de estrés innegable" para la población más joven. Un fenómeno que, según Bonache, se agrava en el caso de las familias en situación de vulnerabilidad.
De forma similar se expresa Núria Mirón, educadora social y docente de la Fundación Pere Tarrés. Argumenta que la pandemia, el confinamiento o las restricciones sociales y de movilidad han repercutido en la salud mental de los jóvenes, lo que ha supuesto un incremento de atenciones de trastornos de conducta alimentaria, así como de casos de ansiedad o depresión.
Sin embargo, la emergencia sanitaria y social o las medidas para evitar la propagación de la covid no son las únicas causantes, sino que Mirón también pone en el punto de mira a las redes sociales. Desde su punto de vista, son espacios en los que se rinde un culto al cuerpo a la vez que chicos y chicas se sobreexponen en estas plataformas. Esto, detalla, sucede durante la adolescencia, que es "el momento vital más vulnerable".
Según la especialista, la sociedad adulta también es responsable porque no ha sabido apoyar a los jóvenes en este momento vital de inquietudes y miedos. "Es tan sencillo como acompañar, coger de la mano, o acompañar desde la distancia con una mirada comprensiva y cálida", puntualiza Mirón, que añade: "Nosotros tenemos una gran responsabilidad y, también, tenemos en nuestras manos una parte de la solución".
Por su parte, Bonache defiende que debe darse una "respuesta adecuada" a través de una acción "coordinada" y "multidisciplinar". Por eso, expone, se requiere una mayor colaboración entre el sector público, privado y la sociedad civil. "En este presente tanto incierto en el que estamos, necesitamos más recursos públicos y necesitamos tejer más red. Debemos implicarnos a toda la sociedad", concluye.