04.11.20
Según dice el artículo 12 de la Convención de los Derechos de los Niños de Naciones Unidas: “Los estados miembros y sus instituciones tienen que asegurar al niño con capacidad de formar un juicio propio el derecho a manifestar su opinión en todos los asuntos que lo afecten. Las opiniones de los niños tienen que ser tenidas en cuenta según su edad y madurez.” Es decir, hay que garantizar que los niños y adolescentes puedan ejercer su derecho a la participación.
La Fundación Pere Tarrés vela, desde hace 7 años, por el cumplimiento del derecho fundamental de los niños a ejercer como ciudadanos y participar de la vida democrática. Lo hace a partir de los llamados Consejos de Niños, unos espacios de participación formados por alumnos/as del ciclo superior de primaria (entre 9 y 10 años) que les permiten aprender los principios y valores de la democracia. Como ciudadanos, son partícipes de ejercer sus derechos y, por lo tanto, tienen la posibilidad de implicarse y transformar la ciudad donde viven. Un ejemplo es el Consejo de Niños de Esplugues. Este proyecto se inició en 2013 en Esplugues de Llobregat con la colaboración del Ayuntamiento. En 2017, el Ayuntamiento de Palau-solità i Plegamans también incorporó a la Fundación como gestores del proyecto del Consejo de Niños. Actualmente participan más de 500 niños y niñas en total aproximadamente.
Aleix Masramon, coordinador pedagógico del proyecto, nos explica su objetivo: “Son espacios de participación infantil sobre un centro de interés, por ejemplo, el movimiento LGTBI, el fomento de la lectura o la definición de los elementos para un parque infantil. En este último caso, los niños hacían propuestas sobre cómo querían que fuera el parque infantil del Parc del Pou d’en Fèlix, en Esplugues de Llobregat. De este modo, los niños tienen derecho a decir la suya y pueden tomar decisiones sobre el desarrollo de su ciudad.”
Cómo funcionan los Consejos de Niños?
El proyecto, en el cual participan niños de quinto de primaria de escuelas públicas y concertadas de las dos ciudades donde se lleva a cabo, se divide en un total de 6 sesiones en horario lectivo, en la escuela con todo el grupo clase, y 4 sesiones plenarias en horario no lectivo, que tienen lugar en el ayuntamiento y donde solo pueden asistir los representantes de cada clase. En total, los representantes de cada clase dedican 6 horas -6 sesiones de una hora cada una- al proceso con el resto de compañeros de clase en horario lectivo y 6 horas más -4 sesiones de una hora y media- en horario no lectivo.
En la primera sesión, en la escuela, los alumnos se encargan de escoger sus representantes con la ayuda del/la profesor/a y el/la dinamizador/a del proyecto. Una vez escogidos, los representantes de cada clase asisten a la primera sesión plenaria donde el alcalde o alcaldesa hace la presentación del proyecto y se anuncia el centro de interés que se tratará. Las dos sesiones siguientes se hacen en la escuela y tienen el objetivo de definir de qué se hablará y cuáles los conceptos clave. Se hace un diagnóstico de cuál es el problema que tiene la ciudad en relación al tema que se trata y se comparte con el resto de escuelas, dinamizadores/as, coordinadores/as y concejalías implicadas en la segunda sesión plenaria. Las dos sesiones siguientes vuelven a ser en la escuela y esta vez sirven para recoger propuestas y desarrollarlas, para compartirlas y complementarlas en la tercera sesión plenaria. La cuarta y última sesión plenaria sirve para que el alcalde/sa exponga las propuestas y las devuelva a los participantes, que las reciben y se encargan de evaluarlas en la sexta y última sesión en clase.
Como ejemplo, el proyecto del curso 2019-2020 en Esplugues de Llobregat tenía como objetivo crear propuestas sobre acciones que se podían llevar a cabo en la ciudad para construirla en base al concepto “Playful”, que engloba toda una serie de acciones para utilizar el juego como herramienta innovadora para potenciar la inclusión, la cohesión y la sostenibilidad. Por eso, había que estudiar qué quiere decir este término, diagnosticar cómo estaba Esplugues en cuanto a “ciudad jugable” y detectar cómo se podía mejorar el municipio a través de este sistema. De este modo, los niños se convierten en ciudadanos activos y desarrollan valores como la comunicación, la escucha activa, la cooperación, la solidaridad y el emprendimiento.
Pese a las dificultades generadas por la pandemia de la Covid-19 y el confinamiento, el proyecto pudo salir adelante el curso pasado gracias a los medios telemáticos. Para este curso 2020-2021, la idea es la misma: “Las sesiones en el aula se seguirán haciendo como de costumbre, siguiendo los protocolos de seguridad establecidos en cada escuela, y las sesiones plenarias se harán de manera telemática para no poner en riesgo los participantes”, afirma el coordinador pedagógico del proyecto, Aleix Masramon. Tanto la Fundación Pere Tarrés como los ayuntamientos de Esplugues de Llobregat y Palau-solità i Plegamans se encargarán, pese a los impedimentos ocasionados por la pandemia, de garantizar el derecho de los niños a expresarse y ser partícipes de la sociedad.