24.03.22
"Me cuesta entender por qué los instrumentos que Europa ha aplicado para acoger a las personas refugiadas de la guerra de Ucrania no se han puesto en marcha en otros momentos", se ha lamentado Gemma Pinyol-Jiménez, directora de la entidad especializada en asuntos internacionales y migraciones Instrategies, al tiempo que denunciaba que la Unión Europea "ha hecho un uso geoestratégico de la gestión de las personas refugiadas de Ucrania para utilizarla contra Rusia". Las políticas migratorias, su impacto en los derechos de las personas y las diferencias en la gestión de las fronteras según la procedencia de las personas migrantes han sido los principales temas del 79º Fórum Social Pere Tarrés, un intenso coloquio entre Pinyol y Àlvar Sánchez, jesuita director de la Delegación Diocesana de Migraciones en Nador.
La invasión rusa de Ucrania y los movimientos migratorios que este conflicto ha provocado en más de 2 millones de personas que han huido de su país en un mes, ha sido uno de los temas que han centrado el debate. En contraposición a la rápida acogida y regularización de estas personas por parte de los gobiernos europeos, Gemma Pinyol-Jiménez ha recordado que “personas refugiadas de la guerra de Siria de 2015 todavía malviven en campos de refugiados en Grecia” y ha concluido que “la diferencia que se ha dado en las políticas migratorias en la frontera sur y en Ucrania nos muestra qué modelo de sociedad estamos creando; una sociedad que normaliza la discriminación y la desigualdad”. "Hemos visto que ahora se ha permitido una regularización que no ha recibido ningún comentario crítico, pero si pusiéramos sobre la mesa la regularización de otros colectivos de migrantes el debate sería virulento." Sin embargo, también ha querido aplicar al conflicto una mirada en positivo: "La respuesta que debe darse en todo momento en un caso como éste es la que se ha dado ahora".
La opinión de los ponentes de ayer es que la "instrumentalización de las personas refugiadas no es nueva", y también ven este hecho en el cambio de postura del Gobierno español sobre la autonomía del territorio del Sáhara Occidental: "La obsesión por el control de las fronteras que ya hemos visto que genera vulneraciones de los derechos humanos llevará a demandas cada vez más altas de los gobiernos a los que pedimos que nos hagan de gendarmes”, ha alertado Pinyol, que añadía: “En nombre de la protección estamos poniendo nuestra seguridad en manos de países no democráticos que no respetan los derechos humanos. Estamos degradando nuestras democracias a expensas de los derechos de las personas.”
Coincide en ello Àlvar Sánchez, quien ha denunciado que "la construcción de un imaginario para justificar la vulneración del derecho de asilo acaba siendo un ataque homicida" que acaba induciendo a miles de personas que huyen de conflictos bélicos a la muerte: 4.016 víctimas en naufragios en el Mediterráneo el año pasado, según detalló. "Todo esto nos recuerda que las sociedades europeas quizás no somos tan respetuosas con los derechos humanos como nos pensamos", ha añadido. El jesuita trabaja en Nador y ha explicado la realidad de buena parte del continente africano, que se enfrenta a diario “a la inseguridad alimentaria y a la injusticia ambiental”, una desigualdad acentuada por la pandemia que impulsa a miles de personas a buscar un futuro mejor en Europa.
Pero para ambos ponentes, “la inmigración no es un reto ni un problema. El racismo, la xenofobia y las desigualdades sí que lo son”, ha afirmado Pinyol, mientras Sánchez ha complementado esta afirmación asegurando que “no podemos consentir la criminalización de personas que escapan del conflicto”. La razón de este racismo latente no es casual. Según han explicado, con sus políticas migratorias, los estados "crean un imaginario que no es real de un mundo al que llega gente que quiere robarnos lo que es nuestro". Esto deshumaniza a las personas migradas y las convierte en “instrumentos geoestratégicos” al servicio de los intereses de los gobiernos, y al mismo tiempo permite vender “la idea sencilla de construir fronteras como el gran elemento defensor que nos protegerá de todo”.
De hecho, según ha apuntado Pinyol, “la forma en que los estados gestionan la inmigración hace una foto de la sociedad que queremos ser, y ahora mismo esta foto no parece muy receptiva a la acogida, sino precisamente a la criminalización de las personas más vulnerables”.
Por todo ello, ambos ponentes coincidieron en reivindicar "el derecho de las personas a no migrar". "Pero esto implica cambiar el mundo y las relaciones internacionales tal y como las conocemos hoy en día", concluyó con un punto de escepticismo Gemma Pinyol-Jiménez.
El Fórum Social Pere Tarrés, el espacio de debate y coloquio de la Fundación Pere Tarrés en colaboración con El País, llega ya a la 79 edición y después de 25 años se ha consolidado como un espacio de reflexión plural en temas de acción social que reúne periódicamente a representantes del ámbito social, político, educativo, académico, institucional o económico. A lo largo de 79 ediciones y más de 25 años, por el Fórum Social Pere Tarrés han pasado personalidades como presidentes de la Generalitat, Artur Mas, José Montilla y Jordi Pujol; el presidente del Parlamento Europeo, Hans-Gert Pöttering; el Abad de Montserrat, y numerosos expertos del mundo académico y empresarial, entre otros ponentes.