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29.03.17

Sonrisas Nómadas es una ONG catalana que desde hace 2 años está inmersa en un proyecto educativo itinerante. Entre los impulsores de esta iniciativa está Toti Roger, antiguo alumno de Educación Social de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés - URL, a quien hemos querido entrevistar para conocer el proyecto de animación infantil que difunde el arte y la cultura catalana en todo el mundo.

La ONG ha recorrido más de 20.000 kilómetros realizando más de 350 espectáculos en zonas periféricas, con riesgo de exclusión social y en lugares afectados por catástrofes naturales repartiendo sonrisas por el territorio catalán, español, y gran parte del continente Latinoamericano. Para encender sonrisas, el mejor aliado de la ONG es el Dream_Warrior, el camión de bomberos que los acompaña en sus viajes.

Fundación Pere Tarrés. ¿Cómo nace y en qué consiste Sonrisas Nómadas?

Toti Roger. Sonrisas Nómadas nace a partir de mi experiencia personal de veinte años de nomadismo personal y de ver que como el 80% del mundo vive de forma diferente a nosotros, el 20% de la sociedad que vivimos, según mi punto de vista, de una forma totalmente enferma.

El nacimiento de Sonrisas Nómadas parte de dos miradas interiores. La primera es identificar qué es lo que yo, Toti Roger, quiero en mi vida. La respuesta es que quiero seguir mi viaje nómada porque de esta manera conozco culturas de las que aprendo. La segunda mirada es identificar qué es lo que sé hacer en la vida y la respuesta son los espectáculos de animación infantil. De ahí surge Sonrisas Nómadas. Sonrisas para que animan a los niños y nómadas porque viajamos.

Este viajar de una forma sonriente se transforma en un proyecto formativo itinerante a través de las artes escénicas que quiere llegar a todas partes. Los lugares donde se dirige nuestro proyecto son puntos de la geografía alejados, en los que las condiciones de vida son desfavorables o en los que ha habido catástrofes humanitarias.

¿Quién apoya Sonrisas Nómadas?

En Sonrisas Nómadas creemos en la filosofía del ganar-ganar. Nuestra subsistencia está basada un 80% en el intercambio. Nosotros, a través de los espectáculos aportamos sonrisas y el público nos lo devuelve con gasoil para el camión y comida por los integrantes de la ONG. Cuando la cantidad de comida resulta ser más grande de la que necesitamos para subsistir, la donamos a las entidades de los lugares donde actuamos. El otro 20% de las aportaciones provienen de los mini-dreamers, personas, que como yo mismo, hacen donativos para que la ONG siga adelante. Estos ingresos nos ayudan a pagar seguros o billetes de avión, entre otros gastos. El único lugar donde no practicamos el intercambio es cuando vamos a zonas donde ha habido algún desastre natural.

¿Qué situación pretende cambiar su proyecto?

No me acabo de sentir cómodo con la palabra cambiar, prefiero la palabra transformar porqué a través de las artes escénicas pretendemos transformar la realidad social. Y es que la realidad que engloba nuestro mundo está basada en patrones antiguos de diferencias entre clases que generan guerras y odios. Unos patrones que nos hacen creer que la felicidad pasa por cosas materiales, por lo efímero. Con nuestros espectáculos intercambiamos energías con otras entidades sociales y empoderan los diferentes colectivos que asisten.

¿Cuál es tu aportación, como Educador Social, al proyecto Sonrisas Nómadas?

El grado de Educación Social me ha aportado herramientas y aproximación a una realidad social que muchos ignoramos antes de comenzar los estudios. Mi aportación al proyecto es mi experiencia en centros abiertos, donde conocí otras realidades sociales y entendí e interioricé herramientas para escuchar. Herramientas como la empatía ante diferentes actitudes en terrenos o situaciones, y es que una de las herramientas del educador social es escuchar. Precisamente Sonrisas Nómadas ha formado a través de una escucha. En un viaje a Chiapas, antes del nacimiento de Sonrisas Nómadas, las mismas comunidades donde íbamos a cantar nos reclamaban que lleváramos los espectáculos que hacíamos en otros puntos del territorio. Este fue el origen de Sonrisas Nómadas.

¿Cuál ha sido tu trayectoria como Educador Social antes de iniciar el proyecto Sonrisas Nómadas?

Mi trayectoria como educador ha sido diversa. He hecho tareas de cooperación en Ecuador y en Guayaquil. He estado Educador Social en el barrio de Torre Baró, en Barcelona, en un programa de educación a través del deporte. También he hecho espectáculos en campos de refugiados saharauis. También añado como experiencia lo que me ha aportado viajar, las experiencias de moverme a través de favelas, villas, barrios complicados y el contacto con su realidad social.

¿Cuál crees que es el papel que pueden tener los educadores y trabajadores sociales para cambiar las situaciones desfavorecidas de los lugares donde actúa?

Nosotros cuando vamos a los territorios siempre trabajamos de la mano con otras entidades y nos sumamos a sus propuestas educativas. Intentamos adecuar el espectáculo a las realidades sociales a las que llegamos. Los Trabajadores Sociales y los Educadores Sociales invertimos energías trabajando en las personas para empoderarlas, para sacarlas de su situación y darles herramientas. Siento que además de en la intervención en el terreno, los Trabajadores y Educadores Sociales también deberían estar más presentes en las altas esferas de la política y de las empresas multinacionales y no sólo ser un parche para solucionar problemas.

¿Qué recomendaciones darías a los alumnos de la Facultad que quieran poner en marcha iniciativas similares a la de Sonrisas Nómadas?

No sé si puedo dar demasiadas recomendaciones, en todo caso lo que puedo hacer es contar mi experiencia y decirles que si tienen un sueño, que lo sigan, que el sueño sabe el camino.

Más información: Facebook Sonrisas Nómadas