19.12.19
La Navidad es una época para compartir pero, desgraciadamente, también suele estar asociada al consumo. Cualquier compra tiene un impacto y es importante recordar la responsabilidad que esto implica. Lo que consumimos y cómo lo consumimos tiene diversas consecuencias, desde la cadena de producción hasta su uso posterior y la huella ambiental que pueda generar.
Como la entidad de educación el tiempo libre más grande de Cataluña, la Fundación Pere Tarrés ha querido contribuir a la experiencia de unas celebraciones navideñas con conciencia de la responsabilidad que todos tenemos para conseguir un mundo mejor. En este sentido, un equipo de docentes y expertos en temas sociales, medioambientales y juegos de la entidad ha elaborado un decálogo con recomendaciones y consejos dirigidos a los equipos educativos y a las familias para conseguir vivir la Navidad de una manera más responsable y sostenible.
1) Productos de comercio justo: cada vez más tenemos a nuestra disposición herramientas que permiten conocer productos valorados por su impacto social. El mapa de economía solidaria 'Pam a pam', que ofrece hasta quince criterios relacionados con las condiciones laborales de los trabajadores o las características de sostenibilidad. Otro ejemplo es la plataforma 'Ethical Time'. A través de esta aplicación, los usuarios pueden adquirir ropa confeccionada según criterios de sostenibilidad ecológica y de respeto por los derechos humanos. No podemos olvidar que la industria de la moda es la segunda más contaminante.
2) Optar por el comercio de proximidad: consumir en las tiendas y comercios de barrio no solo fomenta las relaciones vecinales a través de la relación interpersonal entre vecinos y la consolidación de la idea de pertenencia a la comunidad, sino que también supone un impulso a la economía local. Escoger el comercio de proximidad tiene beneficios económicos, sociales y de sostenibilidad.
3) Compras con banca ética: la popularización de las tarjetas bancarias contactless contribuye a perder la conciencia de pago de nuestras compras. Las entidades financieras, que asumen el gasto de la producción de la tarjeta de crédito, reciben una compensación cada vez que las utilizamos. Una opción puede ser invertir esta bonificación en un impacto social, tal y como promueve la asociación FETS, de banca ética. Algunos posibles intermediarios en el pago son Coop57, Fiare, Oikocredit o Triodos Bank.
4) Regalar juguetes no sexistas: los modelos que perciben los niños y niñas pueden marcar sus patrones de comportamiento cuando sean adultos. Por tanto, es imprescindible evitar los juguetes sexistas y que incluyan estereotipos de género, tales como coches para los niños y cocinas para las niñas. El juego debe promover los talentos sin distinción de género y es por ello que se debe poner atención en no regalar juguetes que cosifiquen las mujeres ni que distorsionen la pluralidad de la sociedad.
5) Evitar los juguetes bélicos: debemos evitar comprar juguetes que inciten a la violencia porque fomentan la competencia, el concepto de superioridad y el enfrentamiento entre niños. Normalizar este tipo de juguetes supone facilitar que los niños asuman la violencia como parte de su relación con los demás. Regalar juegos tradicionales y sencillos como unas cuerdas, unas tizas o unas peonzas de madera es económico y anima a compartir, salir a la calle y jugar juntos.
6) Hacer regalos inmateriales: las experiencias o regalos con valor inmaterial y simbólico pueden tener un significado especial y profundo para quien los recibe. Poner el nombre a una estrella, regalar tiempo, hacer una aportación a una entidad solidaria en nombre del destinatario, comprar entradas para el cine o un concierto, apadrinar a una mascota o compartir una actividad solo son algunas ideas de regalos que no generan residuos y fortalecen las relaciones interpersonales.
7) Movilidad sostenible: mantener unos buenos hábitos cotidianos incluye también evitar el uso del transporte privado. Además de aportar beneficios para la salud, viajar en transporte público colectivo, ir en bicicleta o caminar reduce la producción de gases tóxicos a la atmósfera, además de reducir la congestión vial, el consumo de combustible y los niveles de ruido ambiental.
8) Felicitaciones electrónicas: se pueden desear unas felices fiestas sin abusar del papel. Año tras año se envían miles de tarjetas de Navidad que suponen un derroche de recursos económicos y de papel. Las felicitaciones electrónicas son una muy buena alternativa. En Internet existen muchas páginas donde crearlas de manera gratuita y llegan de manera inmediata al destinatario.
9) Planificación en la cocina para no tirar comida: la previsión a la hora de diseñar los menús de Navidad ayuda a racionalizar las compras y a evitar que se tire comida. Es aconsejable huir del consumo compulsivo y fuera de la lista de la compra ya que esto favorece el desperdicio de los alimentos. También supone un acierto optar por menús elaborados con comida saludable y productos de proximidad.
10) Reutilizar y reducir: a la hora de montar el pesebre, usar serrín en lugar de musgo, montar un árbol de Navidad con cartones o volver a decorar con los adornos de años anteriores disminuye el impacto medioambiental. Reducir el consumo compulsivo de productos nocivos para el medio ambiente y la salud también pasa por evitar el uso de plástico. A la hora de ir a comprar, se pueden utilizar el carro de la compra o el cesto, usar bolsas de tela o comprar productos al por mayor. Cuando se hacen regalos, es preferible elegir aquellos que lleven pocos envoltorios, porque se convierten en residuos difíciles de tratar. La separación correcta de los desechos es clave para facilitar que algunos materiales vuelvan a formar parte de la rueda de consumo. Para resolver dudas sobre qué va en cada contenedor, hay manuales que se pueden encontrar en bibliotecas, papelerías o en Internet.
Estos consejos ponen de manifisto que se trata de una responsabilidad colectiva tener una visión de futuro y ser conscientes de cómo nuestras acciones repercuten en el mundo. Está en nuestras manos contribuir a la creación de un mundo más justo, sostenible e inclusivo, no solo en Navidad, sino durante todo el año.