14.09.21
Estos días se inicia el curso para miles de universitarios y universitarias. Ahora bien, lejos de la imagen más habitual de uno o una joven universitaria, se encuentra un colectivo de estudiantes menos conocido, pero que cada vez incrementa la presencia en los pasillos de las universidades: las personas mayores de 50 años que participan en programas universitarios de mayores. ¿Cómo son? ¿Por qué deciden matricularse en la universidad? ¿Cuál es el impacto que tiene la formación universitaria en la calidad de vida de las personas mayores? Estas son las respuestas que aporta el primer informe que se ha hecho con relación al colectivo de 18.000 estudiantes que cursan programas formativos senior a 17 universidades de Cataluña, Valencia, las Islas Baleares y Andorra.
La Xarxa Vives de Universitats y la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés (URL) han presentado hoy los resultados de la investigación «Formación universitaria senior. Informe sobre el impacto social en los estudiantes». El estudio se ha realizado entre el alumnado de los programas universitarios senior de 17 universidades de la Xarxa Vives, que tienen por objetivo promover el envejecimiento activo, garantizar el derecho a una educación para todos en todas las etapas de la vida, mejorar la calidad de vida de las personas mayores y facilitar que este colectivo se siente siendo un agente activo y participante de la sociedad.
Perfil del alumnado senior
El alumnado sénior representa cerca del 6% de la población universitaria. Se trata de un colectivo aún más feminizado que el de los estudiantes de grado y máster, dado que el 67% son mujeres.
Además, 8 de cada 10 tienen estudios previos: el 62,4% ha cursado estudios universitarios, mientras que el 24,8%, estudios secundarios. En cuanto a la edad, más de la mitad tiene entre los 60 y los 69 años (52,6% de), una proporción que aumenta hasta el 88,7% de si sumamos el grupo de entre 70 y 79 años. La edad media se sitúa en los 68 años.
Los resultados de la investigación demuestran que la formación universitaria senior impacta positivamente en la salud física y psíquica y en el bienestar general del alumnado que cursa estos estudios. A medida que más años hace que una persona está matriculada en un programa de formación universitaria senior, más beneficios percibe, sobre todo, en términos de salud y relaciones sociales.
En este sentido, los encuestados reconocen que cursar estudios en la universidad les ayuda a vencer temores y complejos, reducir sentimientos de ansiedad o depresivos, superar situaciones vitales traumáticas (viudedad, enfermedad o pérdida de algún familiar), mejorar su capacidad intelectual y de memoria, ser más tolerantes y humildes, más receptivos a aprender a utilizar las TIC, y a incrementar las relaciones con el entorno más cercano.
Asimismo, cursar programas universitarios senior se relaciona con un aumento de la actividad cultural del estudiante (como ir a museos, teatros o cines), lo que incrementa sus conocimientos y le permite participar en conversaciones de forma más fluida y segura, así como tener una visión del entorno más crítica y amplia que la obtenida a lo largo de la trayectoria vital, según el estudio.
La investigación también evidencia los efectos positivos que los programas universitarios senior tienen en colectivos específicos, como las mujeres, los alumnos de más edad, o aquel con poca formación previa. En concreto, las mujeres participantes en el estudio reconocen que los campus universitarios se convierten en espacios que las liberan de los mandatos de género impuestos tradicionalmente (como el cuidado de hijos y nietos y del hogar) y que mejoran muy significativamente su autoestima y autorreconocimiento. La investigación refleja también que en el grupo de personas que únicamente cuentan con estudios primarios, el porcentaje de mujeres dobla (69,2%) al de hombres (30,8%), por lo que se hace necesario aplicar la perspectiva de género en divulgar estos programas entre la población sénior.
Junto con el colectivo femenino, las personas mayores de 76 años perciben también más beneficios asociados al hecho de ir a la universidad. El establecimiento de rutinas y obligaciones sociales para asistir a clase tiene por este alumnado un efecto de agenda-terapia que les permite volver a conectar con el exterior, a implicarse socialmente, evitando el aislamiento, la soledad, y obligando -los mantener una imagen social ya no descuidarse.
Mayor apoyo de las administraciones
Como indica el informe, estas generaciones suelen tener un nivel formativo inferior y por eso viven el inicio de los estudios universitarios con ilusión, como una oportunidad para superarse, sentirse útiles y recuperar el tiempo perdido. Sin embargo, es a este sector de la población que más se beneficia de la formación universitaria donde parece que menos llegan estos programas formativos, dado que solo 2 de cada 10 son personas sin estudios o con estudios primarios, mientras que 6 de cada 10 tienen estudios universitarios previos. En este sentido, las autoras del informe reclaman un mayor apoyo por parte de las administraciones públicas con el objetivo de hacer llegar los programas senior a toda la ciudadanía y, especialmente, al perfil de personas mayores con menor nivel académico y a las mujeres, que son los colectivos que más se benefician.
Los resultados hechos públicos hoy han hecho incidencia también en los efectos que la pandemia ha tenido en el colectivo senior. La crisis sanitaria ha comportado la rotura de las rutinas y la pérdida de relaciones, lo que ha tenido consecuencias negativas tanto en el estado de ánimo como en el mismo cuidado personal de los estudiantes. La migración a un sistema de formación en línea ha sido estresante para muchos en un primer momento. Para otros, las sesiones telepresenciales han comportado déficit de atención. Sin embargo, la mayoría reconoce que poder seguir cursando los programas formativos ha aumentado su motivación por el estudio durante una época muy complicada y ha convertido en una oportunidad para profundizar en las nuevas tecnologías.
"Formación universitaria senior. Informe sobre el impacto social en los estudiantes" ha sido coordinado por el Grupo de Trabajo de Programas Senior de la Xarxa Vives (que integra los y las responsables de estas unidades en las universidades) y dirigido por Montserrat Garcia-Oliva, de la Facultad de Educación Social y Trabajo Social Pere Tarrés-Universidad Ramon Llull. La formación universitaria senior es impartida por cerca de 2.000 docentes (lo que supone el 6% del PDI) a 17 universidades de la Xarxa Vives y 78 sedes universitarias distribuidas por todo el territorio, con el objetivo de descentralizar la actividad académica y acercar la formación los lugares de residencia del colectivo senior.